En una demostración de vergüenza y dignidad, el legendario Manlio Fabio Beltrones Rivera renunció a la presidencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI), apenas unos días después de haber perdido 7 de 12 gubernaturas que estuvieron en juego en la cita con las urnas del 5 de junio de 2016. Fue con carácter de irrevocable y el mismo sonorense llamó al debate para fortalecer al PRI.

El actual presidente nacional del tricolor, Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, ese al que apodan “Alito”, tendrá en junio próximo un récord de 14 gubernaturas perdidas, que se disputaron y disputarán entre 2021 y 2022. Ca-tor-ce, incluida la de Campeche, en donde era gobernador con licencia.

De esos estados, en 10 gobernaba el priísmo hasta las derrotas. El próximo año 2023, si se perdieran también Coahuila y el Estado de México, el PRI terminaría por no gobernar ninguna de las 32 entidades federativas del país.

Nunca había el otrora partido de Estado tenido una debacle tan monumental.

De fracasos a fracasos, el de Manlio Fabio en 2016, por el que renunció demostrando estatura y nivel políticos, es apenas minucia comparado con la catástrofe de proporciones apocalípticas que ha generado “Alito”.

Moreno Cárdenas, por cierto, diputado federal a la actual LXV Legislatura, vive sus últimos meses al frente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y con él todos los dirigentes que puso en los estados.

No solamente porque es inconcebible que se mantenga a un presidente que, literalmente, no gana una sola elección, sino porque los gobernadores priístas de los estados que tendrán competencia en las urnas en 2023, Coahuila y el Estado de México, no lo van a permitir. Se juegan sus propias cabezas.

Desde finales del año pasado, hay un grupo que construye la caída de “Alito”. Lo hace con paciencia y con método, porque se trata de políticos experimentados, que no se excitan fácilmente y salen a dar gritos y sombrerazos, como los porristas de la militancia.

En esa meta coinciden los gobernadores mexiquense Alfredo del Mazo Maza y el coahuilense Miguel Ángel Riquelme Solís y sus equipos: senadores, diputados, operadores, funcionarios… Un largo etcétera.

El priísmo nacional está ante el abismo y ha llegado el momento del “sálvese quien pueda”, y para resguardar los únicos dos estados que aún tienen gobiernos del tricolor, es indispensable sacar a “Alito” y a su grupo.

La actual dirigencia del tricolor la encabeza “de facto”, también, el coordinador de los diputados federales, exgobernador de Coahuila y, por cierto, un admirador del morenovallismo dictatorial, Rubén Ignacio Moreira Valdez.

Para más referencias, su esposa, secretaria general del CEN, Alma Carolina Viggiano Austria, fue impuesta como candidata en Hidalgo, en donde perderá estrepitosamente, de acuerdo con las mediciones, a pesar de su alianza con el PAN y PRD.

De ahí que también el todavía gobernador hidalguense y cercano a López Obrador, Omar Fayad Meneses, terminará por sumarse en los próximos meses al eje Riquelme-Del Mazo para decapitar (es metáfora) a “Alito”.

La caída del campechano, a pesar del apoyo que dará al presidente de la República para conseguir la reforma eléctrica, es inminente.

 

@Alvaro_Rmz_V

Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco