Medios de la Ciudad de México han dado vuelo a una hipótesis siniestra relacionada con el hallazgo del cuerpo de un bebé de meses de nacido en un tiradero del penal de San Miguel, en la capital de Puebla.
La autoridad ministerial no ha desmentido ni confirmado la teoría sobre la probabilidad de que el cuerpecito haya sido utilizado para introducir droga en esa cárcel.
La versión surgió por una herida que el gobierno del estado interpretó como una cirugía de vesícula, pero la sola mención de haber sido utilizado como las “mulas” colombianas para llevar droga en el cuerpo parece desproporcionada, inhumana.
No hay que olvidar que dentro de ese mismo penal purgan largas condenas dos feminicidas que también ultimaron a sus quienes serían sus propios vástagos.
Se trata de Manuel Forcelledo Nader, un junior de la socialité poblana que hizo contratar a matarifes del Estado de México para asesinar a quien se encontraba embarazada, Karla López Albert, su ex pareja.
El crimen fue competido en 2014 y no fue castigado sino hasta siete años después, en mayo de 2021, ya cuando la alternancia del Partido Acción Nacional a Morena se había consolidado.
Forcelledo Nader había recibido en el penal de San Pedro Cholula todo tipo de privilegios, como santo y seña de la descomposición gubernamental de la época. Ahora purga una condena de 76 años en San Miguel por los delitos de violación equiparada, aborto (era ilegal en esos años) y feminicidio.
El otro caso que generó pena, dolor y duelo perenne en la familia, fue el de Paulina Camargo Limón, hija de familia que en mala hora emparentó con José María Sosa Alvarez, un joven mentiroso, egocéntrico y violento, según describe un perfil criminológico al que el autor de la Parabólica tuvo acceso.
“Chema” como se le conoce al feminicida ejecutó y desapareció a Paulina cuando tenía un avanzado embarazo y desapareció los restos en el año 2015.
Este feminicida fue juzgado y condenado a 16 años de prisión luego de una intensa presión de los medios y activistas por una atrocidad que en esos días parecía demencial.
La entrega de la Parabólica de miércoles 19 narró el hallazgo en el dormitorio “D”, que permitió poner freno a un plan de fuga a partir de un croquis del propio penal, bitácoras de guardias en las torres de vigilancia y los encargados de la custodia de los reos.
Lo sucedido en los últimos días no hace sino confirmar la existencia de auténticas mafias intramuros del sistema carcelario en todo el país.
Un ex interno confirmó al columnista la existencia de un área a la que en el ámbito criminal se le conoció como “el chillón”, en la que los reos especializados en extorsiones disponía de teléfonos de toda índole para poder extorsionar a través de llamadas intimidatorios o de llamados de auxilio urgente de supuestos familiares.
“Mucha porquería” se conocerá tras las indagatorias que se realizan en el penal tras el hallazgo del niño de brazos en un basurero, cuya narrativa de por si resulta dolorosa para quienes conocen de la pérdida de la vida de un hijo.
@FerMaldonadoMX
Parabolica.mx por Fernando Maldonado