El imperio de Mountain View de Google se cimenta bajo graves omisiones deontológicas que —por años— ha recogido grandes cantidades de datos de los ciudadanos digitales en la búsqueda de la personalización de mensajes no sólo publicitarios, también ideológicos y políticos.
Desde el activismo digital y en el sentido crítico hacia la tecnología, diversas voces han señalado las consecuencias monopolistas de empresas que se benefician de construir perfiles extremadamente completos de cada usuario a través de su navegación, faltando no sólo a la ética, también a la privacidad y el derecho al olvido.
Son cada vez menos las voces desde el solucionismo tecnológico con una visión parcial, alienada e insensible de la tecnología y su falta de empatía a la privacidad, así como a discriminatoria brecha digital.
Hace dos años, derivado de esas voces antitecnócratas, Google decidió anunciar que cambiaría su modelo y no fue hasta este martes 25 de enero del 2022 que anunció que dejará de recoger información individualizada. Según la empresa, a partir del 2023 solo registrará cuáles son los cinco principales temas o tendencias de las webs por las que haya transitado el ciudadano digital en la última semana y a través del navegador de Chrome. Las tendencias serán visibles para el usuario y tendrá la opción de omitir su participación en el sistema de rastreo.
Por su parte, Apple desde el año pasado permite a sus usuarios decidir si quieren que las aplicaciones instaladas en su sistema operativo rastreen y recojan datos sobre su navegación. Aunque este es un nivel de competencia que debe adquirir el ciudadano digital, al menos existe esta opción.
Mientras tanto, algunas autoridades de protección de datos, como en Australia, discuten la posibilidad de prohibir Google Analytics, una herramienta analítica que gestiona la información de los usuarios recogida a partir de los navegadores de red o buscadores, por infringir leyes de privacidad comunitaria.
Reconstruir la confianza a partir de esta medida se antoja difícil, luego de tantos casos llegados a los tribunales en Washington por recolecta de datos a través de la localización de los usuarios, aún cuando el usuario desactivaba esta opción en sus dispositivos. Sucede lo mismo con el retraso de la desaparición de las cookies de tercera parte que supuestamente dejaría de existir este año, y hoy se anuncia que será hasta el 2023.
La violación a la privacidad no puede seguir siendo el pilar sobre el que se construyan grandes negocios digitales que se enmascaran en la publicidad personalizada.
Ecosistema Digital
Carlos Miguel Ramos Linares
@cm_ramoslinares