Fue una semana negra para quien gobierna la capital de Puebla, una de las más importantes en la República. Una crisis política apenas perceptible, pero que apunta a la imperiosa necesidad de solventar deficiencias en el área que tiene que ver con la gobernabilidad y la política en la administración de Eduardo Rivera Pérez.
Fueron escenas diversas en condiciones diferentes que corrieron en paralelo hasta hacer quedar al edil en una frágil y discutible posición cuando apenas llega al cuarto mes de su gobierno.
Nunca una imagen de gente en condiciones de aparente vulnerabilidad, frente a un grupo de policías uniformados con casco y tolete, será la mejor forma de construir una percepción positiva en el imaginario, y eso ocurrió la media mañana del jueves 20.
La estrategia del grupo de vendedores que se colocó en el zócalo, deliberada o no, funcionó y terminó por envolver a la gestión del panista Eduardo Rivera Pérez en un clima de opinión poco favorable.
Fue notoriamente insuficiente el mensaje que a través de las redes sociales, del propio edil de la capital, con el que se pretendió solventar el trabajo de contención: “Hoy el Zócalo de Puebla está libre para que las familias y visitantes lo disfruten”, escribió cuando ya la percepción de un acto de represión ocurrido corría en el imaginario.
¿Se pudo haber evitado? Un colaborador del edil, con información consistente, de reflejos rápidos y capacidad de interlocución se habría anticipado para evitar el acto de provocación y el escándalo tras la acción reactiva.
Y cuando se asumía que lo peor había ocurrido con el encontronazo entre ambulantes y policías, como resultado de una abierta provocación, habría aún más señales de evidentes deficiencias en la esfera política con la quema de material electoral en al menos dos de las 17 juntas auxiliares que vivieron sus respectivos plebiscitos.
El presidente municipal de la capital y principal cuadro del PAN a la candidatura al gobierno del estado en 2024, Eduardo Rivera, deberá pensar con quién se hace acompañar en el ala política para cumplir metas planteadas antes de que la factura sea aún más costosa.
La ausencia de una figura con capacidad de interlocución, oficio y disposición para disolver escenarios complejos comenzó a ser notoria desde que en el Congreso del Estado le fue negada la posibilidad de poder cobrar el Derecho de Alumbrado Público en la Ley de Ingresos, como sí sucedió en otras demarcaciones en diciembre pasado.
Haber tenido un operador capaz de dialogar, persuadir o negociar con quienes forman parte de la bancada de su propio partido en el Legislativo habría permitido tener un resultado diferente.
El diputado panista y ratificado en la coordinación del grupo parlamentario, Eduardo Alcántara Montiel, no le da la certeza de tener un operador confiable en la Legislatura: “soy de la misma granja, pero de diferente corral”, dijo abiertamente Alcántara.
Nunca antes tan temprano en una gestión municipal había sido tan notoria la ausencia de un mariscal de campo en quien el edil pudiera confiar, como sucede en estos días. Esas deficiencias suelen tener altas facturas por pagar.
@FerMaldonadoMX
parabolica.mx escribe Fernando Maldonado