Extender el conflicto es la divisa en la Universidad de las Américas Puebla. Contar con un adversario enfrente es premisa para extender la narrativa de la “invasión” y “toma” de las instalaciones de la Ex hacienda de Santa Catarina Mártir.

Esa es la última apuesta que tiene la familia y el antiguo patronato que preside Margarita Jenkins de Landa por el evidente y documentado manejo irregular de la herencia de los poblanos a manos de William O. Jenkins, planeado desde 2008 y ejecutado entre 2012 y 2014, como ha sido documentado con solvencia en tribunales y medios.

Sin la presencia de la policía auxiliar, servidores públicos estatales y ausente ya la figura de Armando Ríos Piter en la rectoría de la UDLAP, los defensores de una causa notoriamente amoral y presumiblemente delictiva, se quedaron sin la causa que les permitió ganar tiempo en un pleito en tribunales que tiene mucho más fondo… y dinero.

El recurso de la victimización, la línea discursiva de la persecución, el cliché de abajo el mal gobierno en medio de la pancarta y la consigna vociferante siempre ha sido más redituable frente a una realidad tangible, palpable.

La Universidad de las Américas Puebla tiene las puertas abiertas de par en par desde el martes 2 de febrero. El plazo se termina y no habrá excusa ni pretexto que valga, según el calendario, el lunes 14 de febrero está previsto el regreso presencial a clases, principal demanda de la comunidad estudiantil.

Sin la contra parte con quien combatir, los integrantes de esa parentela y la rectora Cecilia Anaya Berrios tiene un compromiso impostergable frente a unos 8 mil alumnos, muchos de los cuales estudian con becas parciales o totales, vienen procedentes de. Otras entidades del país o de familias con enormes esfuerzos para sufraga los estudios de jóvenes que trazaron su plan de vida a partir del modelo educativo de esa institución.

En esta nueva etapa, la rectora Anaya Berrios tiene un desafío adicional al de servir de coartada para el clan Jenkins, afanoso en la preservación de una bolsa estimada en 720 millones de dólares y la libertad misma.

Un caldo de cultivo que ofrece malestar creciente entre los padres de familia del alumnado que va mucho más allá de la consigna y la condición de clase en medio de la disputa por el campus del último capítulo de la larga historia , notoriamente superado en la última semana por las causas descritas.

Y es que a la suspensión de actividades presenciales a causa de la crisis de salud por la pandemia de Covid-19 que orilló a toda la comunidad a tomar clases en línea, se deben añadir otros factores que han sido puestos en segundo plano, disimulados por la polvareda política y mediática.

La caída en la calidad académica a causa del desempeño deficiente, con escasa disposición para estimular la participación de los alumnos y alumnos de parte de un segmento de profesores dominados por la abulia.

El patronato bajo el control de la familia Jenkins convirtió en caja registradora planteles bajo su potestad como la propia Universidad de las Américas y el Colegio Americano, incapaces de ofrecer actitud solidaria para padres de alumnos en situaciones de precariedad por la paralización económica. Llegó la hora que ese grupo enfrente a su comunidad, de la que se ha servido con maña y malicia.

 

@FerMaldonadoMX

Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado