El operativo para la aprehensión de Francisco Romero Serrano, auditor Superior del Estado, temporalmente suspendido de sus labores como parte de medidas cautelares impuestas por un juez de control, no llevó ni 15 minutos el sábado alrededor de las 19:30 horas en el Fraccionamiento La Vista.
No se encontraba prófugo, sino en su domicilio. Al momento de la llegada de los agentes ministeriales se encontraba sentado sobre un sillón de piel colgó café, una imagen de la Virgen de Guadalupe, un rosario y un crucifijo de arte queretano a sus espaldas.
Vestía pantalón de mezclilla y camisa de vestir a rayas de color azul. Un reloj iWatch en la muñeca de la mano derecha y una pulsera de San Benito en la izquierda. Según versiones obtenidas de fuentes directas, al momento de la captura se encontraba alcoholizado.
No puso ninguna resistencia, fue llevado a Casa de la Justicia, al sur de la ciudad, y en su primera audiencia el juez de control determinó que la detención y presentación había sido apegada a derecho y fue vinculado a proceso por los presuntos delitos de manejo de recursos de procedencia ilícita.
Antes fue llevado a los servicios médicos, y según el parte de esa diligencia, padece episodios de ansiedad, hipertensión, diabetes y taquicardia. Era una captura largamente anunciada. Desde el lunes de la semana previa cuando se supo de su vinculación a proceso, las fuentes consultadas anticiparon una captura pronta.
La detención del primer servidor púbico que llegó a la Auditoría Superior del Estado, de la mano de la Cuarta Transformación por la vía del voto mayoritario en la Legislatura que lideró el ahora secretario de Trabajo, Gabriel Biestro Medinilla, cerró un capítulo escrito en los últimos meses.
La narrativa del personaje de ser perseguido político contrarió con hechos contados de mesa en mesa: el tráfico de influencias para obtener beneficios de sujetos obligados y hasta de ser extremadamente blando con personajes no afines a otras causas políticas.
El 14 de febrero, en la edición en línea de la Parabólica, se estableció que con la salida del titular de la ASE (no era aún detenido por elementos de la Fiscalía General del Estado) y el cese de Ricardo Velázquez de la Consejería Jurídica, “el gobierno de la 4T poblana se queda sin dos pilares en el combate a los abusos y excesos de los gobiernos del pasado”.
Una fuente en Casa Aguayo hizo notar al columnista que lejos de carecer de perfiles para castigar a los corruptos del pretérito, en el presente también se limpiaba la casa de corruptos, como en efecto, se ha hecho evidente desde el inicio de la gestión de Miguel Barbosa.
La limpia en el aparato de gobierno no deja lugar a dudaspor qué la caída de Romero Serrano es la más reciente de una larga lista de ceses disimulados, o deliberadamente disfrazados de renuncias a diversos cargos.
En el combate a la corrupción han caído Fernando Manzanilla y David Méndez, en Gobernación; Fabiana Briseño y Vanessa Barahona, en Turismo; Guillermo Aréchiga en Transporte y Movilidad; Raciel López en Seguridad Pública; y Abelardo Cuéllar, en Trabajo. ¿Quién sigue?
@FerMaldonadoMX
Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado