El desayuno de la poblana Blanca Lilia Ibarra Cadena, en la Ciudad de México, debió haber tenido la mañana de este martes ingredientes mucho más explosivos y de difícil digestión que el condimento que se suele utilizar en los alimentos chilangos: más bien pudo haber sido como el poc chuc de Yucatán, o el chilmole con puerco de Tabasco, bañados en salsa de habanero.

No es exageración porque, sin proponérselo, la comisionada presidenta del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Datos Personales quedó en medio de un diferendo mediático y político que ha escalado desde hace casi 20 días entre personajes de alto perfil, como el jefe del Ejecutivo federal y sus detractores.

Dos personajes en primer plano han estado en la palestra, como nunca antes: el del autor del reportaje de la llamada casa gris, Carlos Loret, de origen penínsular; y el habitante de Palacio Nacional, orgulloso de su pasado, coterráneo del poeta Carlos Pellicer.

Nada tiene que ver el desayuno de la excomisionada de la llamada Comisión de Acceso a la Información Pública (CAIP) poblana que debió degustar Ibarra Cadena cuando el presidente leyó en la Mañanera la carta que envió, con su nombre, para pedir datos que la ley no prevé entregar por tratarse de un particular.

El presidente lo sabe, pero el simbolismo es lo que para él cuenta. El argumento de la oposición a la Cuarta Transformación porque el INAI no tiene facultades para hurgar en los emolumentos del pretendido paladín forma parte de un falso debate.

Más que los límites que imponen las leyes desde el emblemático “al diablo las instituciones”, pronunciada en septiembre de 2006 cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación entregó el triunfo a un ilegítimo Felipe Calderón, con 0.56 por ciento de ventaja, López Obrador utiliza con habilidad la retórica.

La presidente del INAI no es novel en la materia y su nombre ha cobrado relevancia en la materia que la ocupa desde que asumió la titularidad de la CAIP en el año de 2009.

Como integrante de ese cuerpo colegiado, enfrentó en 2010 y 2011 un bloqueo sistemático del régimen panista encabezado por Rafael Moreno Valle, empeñado –como sucede con los hombres del poder- en impedir que la transparencia y escrutinio público arrojaran luz sobre uso de dinero del presupuesto y sus beneficiarios.

No sólo se mantuvo firme, sino que, además, debió enfrentar a una Comisión infiltrada por los intereses del grupo en el poder que llegaron –incluso- a mercadear fallos adversos luego de los recursos interpuestos por ciudadanos que buscaron respuestas a preguntas sin responder en un gobierno de sordos y cerrado al clamor ciudadano.

La piedra epistolar de López Obrador debe arder en el escritorio de la titular del INAI, más que un buen desayuno del sur de este país por diversas causas.

Negar los datos que demanda el presidente pondrá a tiro de la diatriba encendida del tabasqueño al propio Instituto; concederla desacreditará a la institución e irá en desdoro del nombre construido con calma, pero sin pausa por años por la paisana Ibarra Cadena.

 

@FerMaldonadoMX

parabolica.mx escribe Fernando Maldonado