La reforma política que tiene en mente, y ya también en borrador, el presidente Andrés Manuel López Obrador propone la desaparición de las curules y escaños de representación proporcional, conocidos también como plurinominales, según han revelado los legisladores y funcionarios de la Cuarta Transformación (4T), quienes han tenido acceso a la iniciativa en ciernes.

Sería un error democrático gravísimo del actual régimen, que pretende eternizarse en el poder, desaparecer todos los 200 lugares pluris de la Cámara de Diputados y los 32 escaños de Lista Nacional, su equivalente, en el Senado de la República.

Ese sí, y no las opiniones de la mañanera de Palacio Nacional, sería un signo del camino al absolutismo. Me explico:

Efectivamente, deben desaparecer, por economía nacional y por agilidad procesal legislativa, la mayoría o al menos la mitad de esos sitios que se definen con base en una fórmula electoral y que permite a las personas de una lista, que determinan los partidos y que siempre entregan a sus cúpulas, ocupar una diputación o una senaduría.

De por sí la mayoría son solamente “levantadedos”, no importa la vía por la que hayan llegado.

Pero desaparecer todos, en cambio, redundaría en la calidad de la democracia y la representación, pues inexorablemente se entregaría, en una naturaleza aritmética, el control del Congreso de la Unión al partido hegemónico.

Si solamente se permite el ingreso a las Cámaras de quienes ganen una elección en tierra, sin dejar esa representación que pondera las proporciones de los derrotados, la lógica es que el partido en el poder sería constantemente el ganador.

Así ocurría antes de la reforma de 1977, en el sexenio de José López Portillo, a quien se atribuye la introducción de la figura de diputados de representación proporcional, lo que abrió el sistema político mexicano al pluripartidismo y sin la que los opositores de entonces no podrían ser los gobernantes de hoy.

Aunque se atribuye a ese presidente, en realidad la paternidad de este cambio radical, que permitió grietas democráticas en el sistema hegemónico, debe reconocerse al intelectual e historiador veracruzano Jesús Reyes Heroles, quien era entonces el secretario de Gobernación.

Tras la reforma y la elección de 1979, aquella LI Legislatura fue la primera plural, aunque por supuesto con una abrumadora mayoría priísta.

Por cierto, otro hito se marcó en ese ejercicio, pues Beatriz Elena Paredes Rangel, una novel mujer priísta tlaxcalteca de 24 años, fue quien respondió un informe presidencial, con dos récords: la primera mujer y la persona más joven con esa responsabilidad en la historia del país.

Entonces, solamente fueron 100 los diputados plurinominales; hoy son 200, lo que es un exceso, porque además llegan a esas curules la mayoría de las ocasiones personajes sin méritos, más allá de sus relaciones internas en sus partidos.

No estaría mal regresar a esos 100, para que en total los integrantes de la Cámara de Diputados sean solamente 400.

El Senado de la República, que desde 1996 también tienen escaños de representación proporcional es también un tema, pero será en otra entrega.

 

@Alvaro_Rmz_V

Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco