Este martes del #8M sabremos de qué esta hecha la ex presidenta municipal, Claudia Rivera Vivanco, militante en Morena y cabeza de un grupo político a quien -con notables excepciones- se le distingue sobradamente por su oportunismo político y activismo.

La fecha es emblemática pues en las últimas dos manifestaciones, desde su gobierno se utilizó el aparato de protección política para alimentar las violentas manifestaciones que llegaron a la destrucción de un automóvil de una trabajadora del Congreso, estacionado sobre la 5 Poniente, casi a las afueras del Legislativo al que incendiaron el histórico portón.

Nadie de las manifestantes fue capaz siquiera de ofrecer una disculpa a una mujer que resultó víctima de los extremismos de una marcha legítima debido al creciente número de víctima de violencia de género.

Claudia Rivera Vivanco no está en ese segmento de quienes han sido maltratadas y humilladas. El machismo patriarcal al que en definitiva hay que desmontar, no la ha tocado, por fortuna. Al contrario, hay pruebas palmarias de la doble moral en la que esta mujer ha incurrido desde el poder público.

Su ex consejera jurídica Yasmín Flores fue objeto de violencia política de género, hostigamiento y persecución. La responsable, una funcionaria cercana al ex secretario de Gobernación, René Sánchez Galindo, con quien se coludió Rivera Vivanco.

Por estos días la Fiscalía General del Estado estaría por judicializar esa carpeta de investigación. Es la consecuencia de incurrir en las mismas prácticas de quienes militan con fe ciega en la 4T: la protección impune para los suyos.

Lejos de ofrecer mediar y asumir una postura sorora, la edil de entonces revictimizó: La abogada Yasmín Flores había sido manipulada para golpear a la administración del llevad y traído “movimiento progresista”, deslizó, restando autonomía de criterio a la victima de sus subalternos.

Algo similar sucedió con su ex asistente de nombre Karina a quien el imputado jefe de la Oficina, Andrés Gacía Viveros, quiso llevar a la cama por las buenas o por las malas, según el relato de quienes laboraron en esa área.

Un audio divulgado por la prensa poblana en mayo pasado coloca de cuerpo entero a la feminista Rivera Vivanco frente al flagelo del abuso de los hombres sobre las mujeres, de las relaciones asimétricas y del uso de los cargos para convertirse en depredadores sexuales.

Luego de conocer del acoso la ex edil decidió presionar a la víctima de García Viveros para no denunciar el delito claramente tipificado con lo que volvió a victimizarla.

Claudia Rivera siempre encuentra una excusa, una salida cuando se le acorrala respecto de ese tipo de asuntos en los que ha sido involucrada. Para ella existe un complot que busca descarrilarla por celos político.

Cuestionada con severidad por el deficiente desempeño gubernamental de 2018 a 2021, se asumió víctima de una campaña machista y misógina de quienes no querían ver a un mujer en el más alto cargo en el gobierno de la ciudad. El recurso fácil de la victimización para simular deficiencias ha sido su estrategia.

El 8M de 2021 se produjo el movimiento más violento de los últimos años. Claudia Rivera desde palacio municipal estuvo ahí a través de interpósitas personas. ¿Sin cargo, escolta ni fuero utilizará volverá al golpismo de hace un año? ¿O se va a refugiar en su penthouse de las Torres Nducha para ver arder todo en lontananza?

 

@FerMaldonadoMX

Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado