Al encargado de la oficina de la dirigencia estatal del Movimiento de Regeneración Nacional en Puebla, Aristóteles Belmont Cortés, le había parecido insensible instalar parquímetros en el primer cuadro de la ciudad.
Sin más elemento que la mera especulación, devaluó su palabra como dirigente, aunque fuera interino, cuando aventuró sin conocer un escenario de política pública que pretende ordenar el caótico desorden que heredó su correligionaria, Claudia Rivera Vivanco.
Entre otras especulaciones dijo que las tarifas para los usuarios de los cajones de las principales calles del centro histórico serían los más costosos del país.
No sólo no fue así, sino que se ubicó en un costo bastante promedio, según anunció la mañana de ese martes el gerente del ayuntamiento de la capital, Adán Domínguez al detallar el programa que deberá entrar en funciones a mediados del mes de abril.
Belmont carece de muchas cosas, pero no de la retórica falsaria para pretender vender una versión de sí mismo. No es técnico ni urbanista; también adolece de la herramienta elemental para diseñar políticas públicas, experiencia de gobierno y tampoco es lo suyo la administración pública. Es como decían las abuelas: aprendiz de todo, y oficial de nada.
Belmont Cortés, en efecto fue un desconocido hasta que lo importó Carlos Evangelista de los Santos, el promotor, entre ortos mas, de José Juan Espinosa, el cleptocrático ex edil de San Pedro Cholula, desaparecido desde hace meses.
El encargado de la dirigencia local de Morena se coloca además como un porros al servicio del mejor postor. Ahora sirve a los fines del coordinador de los diputados de Morena, Ignacio Mier Velazco, y es muy probable que el papel de golpeador sea a título de oficioso.
La ecuación es simple: Rivera Pérez, el edil de la capital y quien es el mejor cuadro que tienen PAN y PRI para competir en 2024 es, en automático, el rival a vencer si el diputado y cacique de Tecamachalco alcanza la candidatura.
La aventura del encargado de Morena en Puebla es un despropósito y mucho se acerca a quienes venden su cariño al mejor postor con el propósito de mantener un estatus efímero.
Se vendió como el operador de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheimbaum, cuando llegó como secretario de Organización de Morena. Su trabajo, dijo, sería el de construir la estructura electoral en 2024.
Ahí comenzó a dar bandazos, a buscar cobijo más que aliados entre los distintos grupos de Morena, hasta desconocer a quien le abrió la puerta, Evangelista de los Santos. Fue a quedar bien con el representante de Morena ante el Instituto. Nacional Electoral y luego con el delegado.
Flaco favor haca a una de las competidoras desde su posición en la burocracia partidaria. Ignora a por lo menos uno de los competidores en la interna de ese partido en la anticipada carrera presidencial, Marcelo Ebrard Casaubón y, de paso, al coordinador de los senadores del mismo partido, Ricardo Monreal.
Tenía razón Miguel Barbosa, cuando la semana pasada se preguntó ¿Quién es Aristóteles Belmont?. No son las prendas más decorosas las de este saltimbanqui del movimiento del Presidente.
@FerMaldonadoMX
parabolica.mx escribe Fernando Maldonado