El sistema laboral que combina la jornada en el sentido de la presencialidad con ejercicios de la virtualidad, es un modelo que llegó para consolidarse en la era de la digitalización y a implantarse a consecuencia, principalmente, por la propagación del Covid-19. En ese sentido, se describe, por un lado, su consolidación en el uso de la vida personal y laboral del ciudadano digital, pues deriva en una mayor productividad a consecuencia de la flexibilidad de horarios y, por el otro, pone de frente a la reflexión en temas de ciberseguridad.
La oficina móvil brinda una falsa idea de libertad que, de hecho, desdibuja la vida privada de la laboral, y que además nos vuelve blancos fáciles de los delincuentes informáticos. Nuestros dispositivos, incluyendo ordenadores, tabletas, móviles y hasta impresoras están comprometidas a vulnerabilidades, según informó el Foro Económico Mundial (WEF)
A inicios del confinamiento por Covid-19, aumentó un 238% el volumen de ciberataques a escala global y con ello se difuminó la frontera entre lo personal y profesional, según señaló el 76% de los empleados entrevistados en Líneas Difusas y Puntos Ciegos, elaborado por la empresa HP.
Con el teletrabajo, desde el punto corporativista, se tomaron más medidas de ciberseguridad, pues se notó un incremento en el volumen de datos corporativos a los que se accede desde casa, incluyendo registros financieros e información confidencial que supone un riesgo importante en términos de información de la compañía.
Durante la pandemia, un 85% de mensajes indeseados tipo spam constituyeron la incidencia más reportada con un método de phishing que infiere que el ciberdelincuente simuló ser una entidad legítima, con el objetivo de robar datos e información y que desafortunadamente cada vez resulta más fácil ciclar en este tipo de fraudes, pues los delincuentes han sofisticado su modus operandi haciendo más atractivos los anzuelos de fraude.
Hace varios años, con el nacimiento del internet de las cosas (IoT), expertos en ciberseguridad vislumbraron un futuro ad hoc para el ciberdelincuente, es decir, con la masificación de dispositivos inteligentes domésticos carentes de los más mínimos estándares de seguridad, se convertiría en objetivo de los delincuentes. Más del 56% de las impresoras en el mercado son accesibles a través de sus puertos abiertos y estos son vulnerables a ataques, según un estudio realizado por KuppingerCole.
La prematura solución es que la empresa garantice que los dispositivos usados en el teletrabajo cuenten con el mismo nivel de seguridad que los sistemas de oficina, y la protección debe ser a nivel hardware, software y servicios antispyware.
Ecosistema Digital
Carlos Miguel Ramos Linares
@cm_ramoslinares