Con un profundo aroma a perfumada simulación, terminó este lunes el Parlamento Abierto en el Congreso de la Unión sobre la Reforma Eléctrica, en el que participaron, en 26 foros, especialistas, activistas, empresarios, funcionarios, legisladores y políticos.
Ahora, en pleno periodo ordinario de sesiones, todo está servido para una votación, en la que el Presidente de la República requiere que al menos 57 diputadas y diputados priístas voten a favor de su iniciativa, la que propone, entre otras cosas, que el Estado mantenga la generación mínima de 54 por ciento de la electricidad total del país. Es una iniciativa nacionalista que no gusta, por supuesto, a buena parte de los capitales privados, nacionales y menos los extranjeros.
La primera aduana de la Reforma Eléctrica lopezobradorista es el Palacio Legislativo de San Lázaro, en donde su bloque, conformado por las bancadas de Morena, Partido del Trabajo (PT) y Partido Verde Ecologista de México (PVEM), suma 277 votos.
Sin embargo, al tratarse de un paquete de reformas constitucionales, a los artículos 25, 27 y 28 de la Carta Magna, se requiere de una mayoría calificada para su aval: las dos terceras partes de las 500 diputadas y diputados; es decir, 334 votos a favor.
Tiene un déficit de 57 sufragios, poco menos del número de curules que, por su mala selección de candidatos, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) perdió en el proceso intermedio de 2021.
El Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que coordina el ex gobernador de Coahuila, Rubén Ignacio Moreira Valdez -por cierto, esposo de la candidata priísta al gobierno de Hidalgo- tiene 71 curules.
Es decir, el tricolor, experto en el tema, puede sin problemas dividirse, incluso simular rompimiento, para darle a Andrés Manuel López Obrador esos 57 votos o más, mientras el resto se declara en rebeldía, para votar en contra de la mayoría de su bancada.
Es un guión que el PRI siguió, con entusiasmo y maestría, en repetidas ocasiones durante los gobiernos del PAN, entre 2000 y 2012.
Al arranque de este Parlamento Abierto, el pasado 17 de enero, Moreira dijo que su partido no iba siquiera a discutir la reforma hasta después de las elecciones de junio próximo, en que están en juego seis gubernaturas.
Este lunes, en entrevista, rectificó que sí hay posibilidad de hacerlo y su nuevo optimismo se sumó a la declaración de días pasados, de que ve “muchos puntos de encuentro” con la iniciativa de López Obrador.
¿Qué cambió? En lo parlamentario, en realidad nada.
Tampoco es que supongamos que los 135 ponentes (73 a favor y 62 en contra) de los foros del Parlamento Abierto, lo hicieron cambiar de opinión.
En lo político, sí ocurrieron cosas: su esposa, Alma Carolina Viggiano Austria, también secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) priísta, ha sido ratificada candidata aliancista en Hidalgo.
La aparente ventaja de Morena en ese estado ha comenzado a disminuir.
La reforma urge al régimen para apuntalar su aprobación y su autoridad política.
Es cosa de atar cabos.
@Alvaro_Rmz_V
Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco