La ausencia de pericia política y la brecha que existe entre su perfil y las auténticas causas de la izquierda en el país es ya un tema de sobremesa en los comederos de la clase política en la Ciudad de México.
Se trata del papel bochornoso en el que quedó exhibido el grandilocuente coordinador de los diputados del grupo mayoritario en San Lázaro, Ignacio Mier Velazco, cuando se decidió dar luz verde al cobro a lo chino de empréstitos adquiridos por la clase trabajadora, que ha sido establecido como un símil de las tiendas de raya del porfiriato.
El legislador a quien le fue heredado el pastoreo del rebaño mayoritario en Cámara de Diputados es ajeno a las precariedades de la depauperada clase asalariada por razones de formación personal y familiar, en su condición de heredero de una familia en la que las sábanas de seda abundaron.
Sólo esa definición puede explicar el apretón que a través de patrones e instituciones financieras se pretendía aplicar a parte de la base electoral del proyecto del presidente López Obrador, tan necesitando de apoyo en el contexto de la Consulta Popular para la revocación de mandato.
La modificación a la iniciativa de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito que hasta el presidente Andrés Manuel López Obrador advirtió vetara si es que pasa cómo está en la Cámara de Senadores, apenas salió por el voto mayoritario de los morenistas en San Lázaro quedó en un segundo plano por la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Angeles, pero está vigente aún.
El periodista Adrián Trejo, autor de la columna La divisa del poder en 24 Horas, el diario sin límites escribió que “pese a que el propio Andrés Manuel López Obrador ya adelantó que vetara la modificación (…) las fracciones de Morena en ambas cámaras (diputados y senadores) hacen como que negocian para evitar el ridículo.
“… se trata de un gesto solidario de Ricardo Monreal con su par, Ignacio Mier que ya no sabe como quitarse el regaño presidencial y la sospecha de que la aprobación del bodrio legislativo llevaba patrocinio”.
No es la primera vez que la discutible forma de conducirse en público lo hace quedar frente a la clase política en general, como un actor de reparto para el que adolece de solidez política, solvencia ideológica y una línea discursiva de acuerdo con el proyecto al que saltó cuando abandonó al partido al que empujó como dirigente priista su tutor, Manuel Bartlett Díaz.
Tan ajena a las necesidades de segmentos sociales depauperados e insensible su conducta pública quedo en prenda cuando con hilaridad chocante pretendió justificar la conducta de un presunto pederasta, compañero de bancada y aliado en la capital de Puebla, Saúl Huerta Corona.
No preveía lo que luego ocurrió: la vinculación a proceso en contra de su viejo conocido y la avalancha de denuncias de abuso de menores por la presunta depredación sexual.
Mier Velazco es la comidilla del círculo rojo en el país. No es, sin embargo, responsable del enojo o la picaresca que alentó, sino quien lo llevó a donde despacha, su amigo Mario Delgado, el debilitado dirigente de Morena, cabeza de una burocracia indolente, muy similar a quienes suelen calificar como fifís.
@FerMaldonadoMX
parabolica.mx escribe Fernando Maldonado