La reinvención del dinero puso en marcha a la industria tecnológica un nuevo instrumento innovador de activos financieros que, por sus características descentralizadas, comercialmente hablando, causó furor en la sociedad del conocimiento y de forma general. Sin embargo, poco o nada se habla del impacto medioambiental debido a la cantidad de electricidad que utilizan para su participación en el mercado.

Actualmente, hasta los bancos tradicionales comienzan a adoptar el pago nativo del ciberespacio reconocido no únicamente por el circuito comercial en línea que utilizan países como Estados Unidos o Rusia, su relevancia también es más latente para América Latina y el Caribe.

De enero a abril del año corriente, las aplicaciones de criptomenedas más descargadas en México son Bitso, con un 40%; Binance, 8%; y OpenSea, 8%. Con esto, podríamos analizar el impacto medioambiental de su uso. En Latinoamérica, la fuente de energía que utiliza la minería de criptomonedas es la hidroeléctrica, utilizada por un 67% de los hashers (HHH o H3), seguida de la solar con un 33%, el petróleo 17% y finalmente el gas natural con un 17%.

Muchas ocasiones se nos olvida que la tecnología informática requiere de hardwares que necesitan alto consumo energético. Las criptomonedas son un producto intangible, sin límites de fronteras, incorruptible debido a la tecnología blockcahin, pero que utiliza grandes cantidades de energía y genera una gran huella ambiental.

Según datos de la Universidad de Cambridge, la red Bitcoin utiliza una cuota de producción del 0.65%, es decir, por una producción de electricidad de 26 mil 730 Teravatio-hora (unidad de potencia que equivale a un billón de vatios-hora que se utiliza para conocer el índice de producción de energía eléctrica de los países), el consumo de bitcoin de electricidad es de 22 mil 315 Teravatio-hora.

En pocas palabras, si se comparara el gasto de la producción de los bitcoin con la minería de oro, el indicador –según Cambridge- es: Bitcoin utiliza 144.30 Twh por año, mientras que la industria minera de oro 131 Twh por año.

Hasta 2017, el alza en el consumo energético derivado del consumo de red no había preocupado; sin embargo, luego de ese año los precios repuntaron y aunque en el 2020 las criptomonedas en Latinoamérica utilizaron energía hidroeléctrica en un 67% de sus actividades, continúa llamando la atención la huella medioambiental.

Quizá no estemos frente a la versión final del uso de las criptomonedas. Ethereum, la segunda criptomoneda más grande del mundo, aún continúa definiendo la columna vertebral de sus transacciones y esperemos considere el medio ambiente.

Ecosistema Digital

Carlos Miguel Ramos Linares

@cm_ramoslinares