Mucho de lo ocurrido en la última semana en Puebla versa sobre el asesinato de la abogada Cecilia Monzón, lo doloroso de su partida para sus familiares y amigos, y los reclamos de justicia de quienes la tuvieron en estima ya fuera personal, profesional y social.
La otra pequeña parte de la que el periodismo habló, fue sobre la trama que involucró al director de Diario Cambio, Arturo N, y a su socio, el diputado federal Ignacio Mier, en escándalos de corrupción.
Lavado de dinero, operaciones con recursos de procedencia ilícita y evasión fiscal son 3 de los delitos que se le endilgan al hombre que controlaría algo así como el 40% de las acciones de la empresa Cambio, igual que a su socio Ignacio Mier, quien es poseedor del 34% de la estructura empresarial.
No es muy difícil imaginar que de no haberse dado la detención, el manejo del caso de Cecilia por parte de la publicación de este empresario de los medios habría sido bajo el mismo sello que fueron contadas las historias de Mara Fernanda Castilla Miranda y Paulina Camargo, sólo por recordar dos de los casos más emblemáticos ocurridos en la Puebla de la última década.
A Paulina, el propio Arturo Rueda le deshizo su nombre con la curia de un médico siniestro.
El 10 de febrero del 2016, en su programa el Juego de Troles, Arturo Rueda se preguntaba si “¿Paulina Camargo está viva en Monterrey?”.
Fue tanto lo que se dijo que aquella emisión, fue tanto el revuelo que causó que el tema se volvió la comidilla de todos los restaurantes. Desde ahí, nadie creyó la historia de la joven quien desapareció tras ser vista su pareja, estando embarazada.
El daño irreparable que Arturo Rueda hizo a los padres de la joven se sigue viendo hasta nuestros días, aunque ellos, con mucha fuerza, entereza y orgullo no han dejado de seguir la exigencia de justicia, la solidaridad y la identidad de ser dueños de su causa.
La otra joven a la que Arturo Rueda le intentó hacer mil pedazos la reputación fue Mara Fernanda Castilla.
Al paso de los años, el propio empresario de los medios de comunicación ha atenuado el discurso, nadie imagina que fue consciente de su error, sino porque, más bien, ha sido tan grande el repudio que terminó por ceder en su verdad.
Ambos intentos, surgidos en tiempos de distintos personajes al frente del Ejecutivo, se encumbran en el periodo que lo vio crecer en cinismo y también en oro.
Paulina Camargo en la alborada del panismo de Rafael Moreno Valle, y Mara Fernanda Castilla en los años de continuismo con el gobernador Tony Gali Fayad.
Corrido de la Escuela Libre de Derecho de Puebla a gritos y reclamos, bajo el repudio generalizado, el deleznable Rueda apenas entendió el daño que le hizo a una generación completa.
Hurgando en vidas privadas, echando sentencias, encumbrando mequetrefes, acusado de sobornos, extorsiones y tratos nada honrables, hasta el día en que finalmente, vio la cárcel.
@Olmosarcos_