El próximo fin de semana, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y sus aliados ganarán al menos 4 de las 6 gubernaturas en disputa y se pondrán, todavía más petulantes y sobrados, los dirigentes formales de ese partido. Seguirán en un grave síndrome de autoengaño, adjudicándose triunfos que ni siquiera les pertenecen a los candidatos y candidatas que aparecen en las boletas.
¿Por qué gana ese partido? “Se debe al Presidente de la República. Es el que está ganando elecciones”, reconoció el senador Ricardo Monreal Ávila en su vista a Puebla del fin de semana y tiene toda la razón.
Morena es AMLO y sin AMLO, Morena y sus partidos aliados no son nada.
Remató el coordinador de los senadores morenistas la reflexión y reiteró sobre el tema: “no hay ni partido, no hay unidad, no hay disciplina… las elecciones las gana el Presidente de la República y su fuerza”.
Mario Martín Delgado Carrillo, el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena, es un simulador como dirigente de ese partido. Lo ha dividido, lo ha utilizado para sus intereses personales y hasta ha beneficiado con cargos y postulaciones a sus familiares.
Bertha Elena Luján Uranga, presidenta del Consejo Nacional, opera facciosamente con su grupo y golpea también para la conservación de sus intereses, suponiendo que defiende una causa ideológica, cuando en realidad ha quedado anquilosada y trasnochada en una evocación de una izquierda hoy inservible.
Por eso no los quiere Andrés Manuel López Obrador. No tiene el acompañamiento de su partido y su más eficiente camino es en solitario, con sus pocos incondicionales.
Cuando la rabiosa y extraviada oposición lo ataca, ni siquiera los legisladores de sus bancadas sacan la espada retórica para defender a su amado líder. Ni siquiera eso.
Los dirigentes de Morena son una jauría que quiere candidaturas y prebendas, pero que poco aporta.
Advirtió Ricardo Monreal que se requiere una transformación profunda en el partido lopezobradorista, y ojalá “aún no sea demasiado tarde”.
“La dirigencia en los estados no se ha renovado desde 2014. Y ustedes lo ven aquí en Puebla y en cualquier estado del país. No hay unidad, no hay un partido que concite a la unidad política, unidad orgánica, disciplina partidista, que algunos no lo ven bien, pero es un ingrediente indispensable para los partidos políticos.
“Lamentablemente, y lo digo como fundador de Morena, no tiene esa vida orgánica, esa deliberación interna y esa vida disciplinaria”, apuntó el zacatecano.
En el colmo de la paradoja, Morena es el partido que actualmente tiene la mayor base social genuina y espontánea, pero es también el instituto político que menos se acerca a la gente.
Es en la práctica un partido de castas, de grupos y de una élite que tiene sus puertas cerradas a los jóvenes, a los trabajadores, a los empresarios y a los grupos sociales legítimos.
Morena depende exclusivamente de la popularidad del caudillo.
Y sin el caudillo no es nada.
@Alvaro_Rmz_V