La desaparición y posterior ejecución de los jóvenes Brayan, de 17 años; Adolfo, de 16; y José Israel Moreno Sill, de 24, en el fraccionamiento Misiones de San Francisco en Coronango, no es sino el resultado de una larga cadena de desatinos, omisiones y corrupción institucionalizada en la zona.
Ese perímetro abarca todo un catálogo de prácticas delictivas que van del fueron común al federal, y violaciones a disposiciones de salud estatales y municipales, sin que nadie perturbe a sus perpetradores.
Una muestra evidente de la caótica cotidianidad en ese microcosmos es la condición en la que opera el tristemente célebre Bar 24, el botanero en el que se les vio con vida por última vez a los hermanos Moreno Sill, ejecutados y arrojados en el estado de Tlaxcala.
No obstante el difícil periodo de pandemia, nunca dejó de funcionar, incluso en el tiempo de confinamiento en 2020, como sucedió con la mayoría de los establecimientos comerciales debido a la crisis de salud por la pandemia.
Un delito reiterado es el que el movimiento de Antorcha Campesina pone en práctica en la zona metropolitana y otros puntos del territorio: el despojo.
Edificios, pies de casa y fraccionamientos enteros ocupados por la agrupación que mantiene como estribillo la defensa de los pobres. Los inmuebles en conjunto son verdaderos guetos que se rigen bajo las normas de la agrupación política.
La cereza la colocó el presidente municipal, Gerardo Sánchez Aguilar, que llegó a esa responsabilidad cobijado por los partidos Acción Nacional, PRI y PRD. Omiso y hasta cínico, el edil ha reiterado que el porcentaje de inseguridad va a la baja, no obstante la demanda reiterada de los vecinos del lugar por tener mayores y mejores condiciones de seguridad.
Como primer respondiente, la autoridad municipal ha sido ausente frente al reclamo reiterado por el desmedido robo de autopartes, de casa-habitación, a transeúnte y zonas sin presencia alguna de la autoridad. Son males estructurales.
La zona que tiene vecindad con municipios del estado de Tlaxcala, como Panzacola y Papalotla, que junto a Tenancingo han estado marcados por fenómenos criminales como el narcomenudeo y la prostitución forzada, trata y tráfico de personas.
Son actividades lucrativas y criminales para clanes familiares que han producido fortunas y encumbrado a lenones, algunos de los cuales han alcanzado candidaturas en el vecino estado.
La zona fronteriza podría adquirir una nueva dimensión como si de un reguero de cadáveres se tratara. Además del hallazgo de los restos de los tres jóvenes poblanos, el 23 de abril fue encontrado el cuerpo sin vida, semidesnudo, de otra persona cuya característica era la de tortura.
Ninguna autoridad parece voltear a ver por la seguridad de las familias que habitan en esa franja fronteriza. Presas de todos estos grupos que delinquen de día y de noche, deben tolerar la práctica corrupta de la policía municipal del edil de Coronango.
Un testimonio compartido al columnista narró de las cuotas y montos de la policía local para poder transitar por la única calle que divide a ese municipio del de Cuautlancingo. Familias enteras deben pagar por el derecho de paso, ante la complacencia del edil Gerardo Sánchez Aguilar.
Parabolica.mx
Fernando Maldonado