La determinación de la Federación Internacional de Natación (FINA) sobre crear una categoría “open” para la participación de atletas transgénero que no hayan enfrentado su tratamiento hormonal  para la reducción de la testosterona en las primeras etapas de la adolescencia, trajo a la mesa una vez más el debate de lo que es justo o no en los temas correspondientes a deportistas que encaran la situación del cambio de género.

Dicha determinación pareciera referirse específicamente a la posible participación de Lía Thomas, nadadora transgénero estadounidense que incluso ha llegado a politizar el tema en su país donde se le descalificó después de haber obtenido el campeonato nacional de la Asociación Nacional de Atletas Colegiales de Estados Unidos (NCAA) en marzo pasado al conquistar la prueba de las 500 yardas donde superó a la seleccionada nacional,  medalla de plata olímpica en los 400 metros libres en Tokio 2020 y favorita en la prueba Emma Weyant quien ocupó la segunda plaza del podio https://www.youtube.com/watch?v=xouGSXj4p00.

Thomas quién había amagado en el programa “Buenos Días América” en pasadas fechas con participar en los eventos clasificatorios rumbo a París 2024, es la principal afectada en esta determinación ya que no verá cumplido su sueño olímpico. Siendo hasta ahora Laurel Hubbard de Nueva Zelanda la única en alcanzar dicha meta en el levantamiento de pesas durante la pasada justa olímpica y quien fue descalificada por una caída.

La medida adoptada por el congreso de la FINA en el marco del mundial de Budapest fue avalada por el 71%  de 151 votantes quienes consideraron opiniones de un grupo de expertos que señalaban que aquellos atletas que iniciarán su tratamiento hormonal para la reducción de la testosterona después de los 12 años, contaban ya con una ventaja fisiológica en el desarrollo muscular, del corazón, pulmonar y estructura ósea, rasgos que son retenidos y no se ven afectados por la supresión de la hormona masculina y sobre todo marcan una diferencia entre las mujeres transgénero y cisgénero durante la competencia.

Tras dar a conocer la determinación la FINA destacó que esta medida es en pro de salvaguardar las competencias elite femeninas y que sólo son la punta del iceberg para la inclusión de las mujeres transgénero ya que como primer medida se buscará establecer la categoría libre en donde sí tendrían participación en las competencias, además de ahondar en el tema para desarrollar medidas que no generen la exclusión o discriminación de las atletas en dicha condición que buscan competir.

Por su parte la campeona mundial estadounidense en el fútbol femenil, Megan Rapinoe destacó: “Muéstrame la evidencia de que las mujeres trans están tomando las becas de todos, están dominando en todos los deportes, están ganando todos los títulos. Lo siento, simplemente no está sucediendo. Entonces debemos empezar por la inclusión, punto. Y a medida que surjan las cosas,  confío en que podemos resolverlo. Pero no podemos empezar por lo contrario. Eso es cruel y francamente es simplemente repugnante.

Cabe destacar que el principal punto que expone la futbolista y seleccionada nacional estadounidense sobre que no hay estudios específicos que pongan a prueba los rasgos físicos de las mujeres cisgénero y transgénero durante las competencias de carácter oficial es una falacia ya varios estudios demuestran que los varones son 50-60% más fuertes, 10-15% más rápidos y tienen 30-40% mayor para producir fuerza/potencia, incluso a igual tamaño como resumió World Rugby. Estas diferencias son naturales y se deben a los niveles de testosterona, pero al contrario de los muchos que piensan la supresión de esta hormona no desaparece lo adquirido, ni cambia la estructura ósea, ni disminuye la altura, ni hace decrecer el corazón o los pulmones.

La abogada española, Irene Aguiar ha publicado varios artículos al respecto donde cita datos comparativos donde en pruebas como la halterofilia donde hay mismos pesos los hombres tienen entre un 22 y 40% más de fuerza. Si en los Juegos Olímpicos hubieran competido en el mismo espacio hombres y mujeres, la campeona olímpica en maratón hubiera sido el lugar 71, en aguas abiertas la vigésima tercera de 26 participantes y en triatlón la cuadragésima novena de 51 triatletas. En el atletismo en las pruebas de 100, 400 y 800 metros no se hubiera clasificado alguna mujer ni para las semifinales https://iusport.com/art/81493/sexo-biologico-sentido-el-debate-sobre-el-papel-de-las-deportistas-trans.

Por su parte el Comité Olímpico Internacional ha emitido señales contradictorias que van desde la defensa de una postura basada en la evidencia científica de las diferencias naturales a permitir la participación de Laurel Hubbard, y ahora de forma más sustentada a respetar a la autonomía de cada federación deportiva para la regulación de la participación de los atletas transgénero, por lo que no existe una homologación en el reglamento para que puedan competir rumbo a los máximos escenarios deportivos como lo son los Juegos Olímpicos.

Siendo los tiempos en que vivimos de total apertura en temas de inclusión y donde cada vez hay más figuras deportivas que se encuentran en la situación de un cambio de género como en el caso del ciclismo con  la canadiense Verónica Ivy  quién se convirtió en la primera mujer transgénero  campeona del mundo en el ciclismo de pista en 2018, parece que la FINA eligió el camino de basarse en la ciencia y escuchar a las mujeres deportistas para establecer sus políticas transgénero de forma clara, sobre todos porque en los tiempos que vivimos hay que proteger y potenciar al deporte femenil.