El empresario hotelero, Jacobo Martínez, sonríe forzado a la distancia y levanta la mano con desgano al paso de la comitiva de periodistas que fue invitada para conocer, por primera vez, túneles, jardines, vestigios y recovecos que antes estuvieron a resguardo indebido de sus intereses, detrás de fortificados portones que ahora lucen arrumbados.
Es altamente probable que en el trayecto empresarial haya olvidado una máxima que acuñó de su padre, el polémico empresario Jorge Martínez Rosillo, aliado e íntimo amigo del emblemático líder de la izquierda mexicana, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano: “para que las cuentas salgan, antes de sumar hay que saber dividir”.
Martínez, el hijo de ese hombre de negocios que llegó a poseer más de un centenar de estacionamientos públicos en la Ciudad de México a través de la empresa Copemsa, tuvo que ceder de mala gana parte de los 8 mil metros cuadrados que el gobierno de Miguel Barbosa puso a disposición de los poblanos desde la semana pasada, con la apertura inicial de los históricos Lavaderos de Almoloya.
En un artículo publicado en la revista Expansión, ya daba cuenta de ese exceso acumulativo el empresario Martínez, pues se dijo poseedor del 50 por ciento del proyecto Paseo de San Francisco en el Centro Histórico de Puebla.
Era una media verdad, porque desde que en 2017 llegó al poder el Partido Acción Nacional de la mano del difunto Rafael Moreno Valle, los espacios públicos, monumentos y otros vestigios propiedad de los poblanos fueron pasando a manos del sector privado.
El sábado 20 de noviembre de 2021, que se celebró la boda entre Daniela Lara y Juan Carlos Moreno Valle Abdala, sobrino político de Manuel Bartlett Díaz, el director de la Comisión Federal de Electricidad, expresó hasta en tres ocasiones su enojo con quien se había apropiado de los Lavaderos de Almoloya y Las Trinitarias para convertirlos en espacios reservados para la exclusiva clientela del hotel Rosewood.
¿Quién es ese pendejo?, dicen que molesto preguntó a comensales la identidad de quien había alquilado Las Trinitarias como salón de eventos sociales para la boda aquella, pues había sido él quien en 1997 había determinado como utilidad pública todo el Proyecto San Francisco.
La historia registró un vuelco notable. Los insospechados túneles que parten desde un pequeño acceso, casi inadvertido entre los matorrales del parque a un costado de las fondas y restaurantes de San Francisco, fueron abiertos por una disposición del gobernador Miguel Barbosa.
Desde la semana pasada, familias enteras llegan con azoro a los accesos de estos espacios y con timidez preguntan a los uniformados si de verdad se puede ingresar a ese espacio del que sólo los adultos mayores tienen memoria.
Los enormes portones de madera que antes impidieron siquiera un asomo de ciudadanos para conocer los amplios espacios, arrinconados a un costado de los diversos accesos, son testigos de una época de despojo de la riqueza histórica, cultural y arquitectónica desde la etapa fundacional de Puebla que ha regresado a sus legítimos poseedores.
@FerMaldonadoMX