El presidente de Morena en Puebla, entre 2015 y 2018, aceptó una invitación al entonces senador de la República, Miguel Barbosa, para reunirse en el contexto del proceso interno para elegir abanderado al gobierno del estado, en ese 2018. Lo hicieron, pero con testigos, esa había sido la condición del dirigente de Morena.

El ahora gobernador de Puebla iba de la Ciudad de México a Tehuacán y pidió un encuentro con quien luego sería su coordinador de campaña en la primera elección frente al aparato del difunto Rafael Moreno Valle y su candidata, Martha Erika Alonso.

Esa es una práctica que aún conserva como secretario de Trabajo, y lo mismo hizo como dirigente de la bancada de Morena y líder del Congreso. Nada que tenga que ser pactado por debajo de la mesa y de eso se duelen, por ejemplo, líderes obreros en el presente.

Es por ello que el mandatario haya expresado conceptos elogiosos como su derecho inobjetable a competir y sus principios para quien la víspera lo hizo público. Ya se habían anotado el presidente del Congreso, Sergio Salomón Céspedes Peregrina, y el senador Alejandro Armenta Mier.

De los aspirantes es quien mejor encarna los principios plasmados en el credo de Andrés Manuel López Obrador. Del no robar, no mentir, no traicionar, a la militancia químicamente pura en el movimiento obradorista.

No sólo viene del activismo en calles, barrios y colonias. Acompañó en el penoso periodo del fraude de 2018 a Barbosa; desde el periodo de impugnación hasta el momento que, en diciembre, en una decisión que aún está llena de sospechas, el Tribunal Electoral Federal concedió el triunfo a la difunta consorte del jefe del grupo político panista.

Algunos de sus enemigos, entre quienes están José Juan Espinosa Torres o Héctor Alonso Granados, cobijados por Morena y sus aliados, llegaron al extremo de hacer mofa de fotos que acompañan las redes sociales del ahora servidor público en el reparto del órgano de propaganda Regeneración en el Estado de México y Puebla.

Detrás del clasismo y xenofobia expresada por estos personajes, ahora fuera de la esfera del partido dominante, anidaba la frustración porque tampoco encontraron muertos en el clóset de quien antes había sido dirigente de Morena en el estado.

Hurgaron hasta donde les fue posible sin encontrar escándalos públicos o privados. Si acaso, la revelación de una supuesta vecindad apócrifa de quien se perfilaba para liderar la Cámara, sin advertir de los desatinos propios de estos y otros personajes, vinculados con los Moreno Valle o Elba Esther Gordillo.

Este servidor público sabe de las derrotas en casa propia. En el momento de decidir quién competiría por la presidencia de la capital, llevó al líder nacional de Morena, Mario Delgado, pruebas demoscópicas de la derrota por venir: Claudia Rivera entregaría la capital por 20 puntos. Y así fue.

La historia final todos la conocen. Una mala decisión llevó a Morena a entregar el gobierno de la ciudad y la zona metropolitana. Biestro competirá otra vez en una interna del partido al que contribuyó para su creación con el mayor número de firmas del país. En retrospectiva, su perfil no admite réplica.

 

@FerMaldonadoMX