Empezaré contándoles algo que pocos saben sobre este famoso actor, con quien tuve el gusto de platicar: tiene como formación profesional la licenciatura en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Chihuahua, donde fue reportero en varios medios de comunicación, como El Diario de Juárez y el periódico Norte; con el tiempo se convirtió en docente en su alma máter y en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. ¿Cómo les quedó el ojo?
De este y muchos temas platiqué con Joaquín Cosío Osuna, a quien muchos lo ubican por el personaje de El Cochiloco, pero para efectos de esta columna y en una actitud hiperlactante de un servidor, destacaré más su trabajo como actor en Hollywood. ¿Quién no recuerda su primera película, Quantum of Solace?, la segunda entrega de la saga de James Bond con Daniel Craig, para luego formar parte del universo de DC Comics en The Suicide Squad, donde compartió el set con Margot Robbie, Viola Davis y Silvester Stallone. ¿Qué me dicen de la serie Gentefied, de Netflix; o en El Llanero Solitario?, en la cual trabajó junto a Johnny Depp. ¿O ponerle su voz al personaje de Escorpión en Spider-Man: into the spider-verse, película animada que ganó el Oscar?
El trabajo de nuestro paisano va mucho más allá que sólo recordarlo por el personaje de El Cochiloco, de la película de El Infierno, o como Mascarita de la cinta Matando Cabos, que dicho sea de paso, le dieron esta proyección que hasta hoy está en nuestras mentes.
Cuando nosotros vemos el trabajo que hace Joaquín es una delicia disfrutar sus personajes y eso es posible gracias a la formación que Cosío tiene en el arte, la literatura y la filosofía. Qué decir de su formación actoral, pues comenzó su carrera como en teatro (donde se hacen los actores de verdad) a principios de los años 80, siendo ahora miembro de la Compañía Nacional de Teatro de México; ha escrito poemas, pues durante mucho tiempo estuvo en un taller literario. El cine llegaría años después, en 2000, con la película Una de dos, dirigida por Marcel Sisniega.
“Cuando te toca, aunque te quedes; y cuando no, ni aunque te pongas”.
Ya lo dice el viejo y conocido refrán. Y es que no estaba en sus planes ser actor reconocido o famoso, y de verdad les digo que esa es la verdadera clave para ser famoso y reconocido, no desearlo.
Uno se tiene que poner a trabajar y eso fue lo que él hizo: lanzarse a vivir en Ciudad de México para empezar a tener ofertas de trabajo en teatro de la Compañía Nacional, como personaje protagónico-antagónico bajo la dirección de Luis de Tavira, que se estrenaría en el Festival Cervantino, pero cuando uno llega a la meta los demonios empiezan a hacer de las suyas y entra en una crisis, abandonando la puesta en escena. Tras esta situación sus amigos le ayudaron, como Luisa Huertas, en lo que pasaba esta situación emocional y llegaría otra oportunidad, la cual, por supuesto, aprovechó.
La columna de esta semana ha terminado pueden ir en paz.
El Confesionario
Por: Ray Zubiri