Nunca me gustó Alexanderplatz. Siempre me pareció un lugar muy deprimente, sumamente gris y hasta sofocante, a pesar de que es muy grande y los edificios pueden parecer hombres gigantes observándote. Pero había algo ahí que no entendía, me sentía mal por los turistas que llegaban a este lugar pensando que de eso se trataba Berlín, pues en mi punto de vista había otros lugares que podían describir mucho mejor a la ciudad.
Y es que además del tranvía que pasa a la mitad de la plaza, el tren (S-Bahn) que hace contraste con la Torre de Televisión, la pizza y el bar gay al lado de las vías, no había otra cosa que me pareciera atractivo de este supuesto centro de la ciudad. Es más, siempre lo he evitado.
Sin embargo, con el paso de los años he ido entendiendo este sitio y encontrando historias fabulosas y atractivas detrás de esos edificios grises que nunca se modificaron, ni lo harán. Creo que la primera vez que le vi una fachada diferente a Alexanderplatz fue cuando se conmemoró el treinta aniversario de la caída del muro, pues en esa arquitectura gris se proyectaron las historias de guerra y unión.
Leyendo un poco más, me di cuenta que esta parte es nada más y nada menos que una de las tantas portadas del socialismo. Y su arquitectura es también un viaje en el tiempo que los alemanes han decidido conservar y no tocar para no olvidar su historia.
Pronto me di cuenta que no todo es gris en Alexanderplatz: Dentro de esta plaza enorme hay varios murales socialistas que fueron creados entre la década de 1940 y 1989. Pretendían ser un reflejo de la vida cotidiana de la República Democrática Alemana (RDA), pero sobre todo se trataba de un “realismo socialista” (como el partido lo nombró) que era más bien como la forma oficial del arte urbano.
Así que a través de esto, me percaté que la plaza tiene una imagen más bien futurista, pues la Unión Soviética estaba muy orgullosa de sus exploraciones en el espacio. Y es que no hay que olvidar que la URRS lanzó por primera vez el satélite Sputnik, y que en general llevaba la delantera en la carrera espacial durante la Guerra Fría.
Y estas hazañas están reflejadas en casi todos sus murales. Pero en particular en Das Haus des Reisens (La Casa de los Viajes), que era justamente una agencia de viajes de la RDA, que por fuera fue decorada por un mural en 3D en donde se puede ver a un hombre, un astronauta y una mujer mirando hacia la izquierda prometida.
Este relieve mural fue hecho por el artista Walter Womacka, quien nombró a esta obra de cobre como Der Mensch überwindet Zeit und Raum (El Ser Humano vence el Tiempo y el Espacio). Definitivamente una pieza que sigue mostrando el poderío interestelar.
Womacka creó también la obra que se encuentra en Haus des Lehrers (Casa de los Maestros) y que está localizado a sólo unos pasos de Alexanderplatz. Esta obra, en comparación de las anteriores, es más colorida y refleja las formas de vida en la RDA relacionadas con la educación.
El mural se tituló Unser Leben (Nuestra vida) y resalta la fraternidad entre las etnias, la importancia de la mujer en el trabajo, la ciencia y el progreso. Repleto siempre de palomas blancas y banderas rojas.
Del otro lado está también Presshaus (Casa de la Prensa), donde estuvieron las oficinas de los más importantes periódicos de la ciudad. Fue Willi Neubert quien se encargó de hacer este mural y resaltó por su retrato de Karl Marx y una alusión a Rosa Luxemburgo.
Aunque no son los únicos murales casi escondidos en la ciudad, sí son los más representativos en esa aparentemente gris Alexanderplatz, y los que hoy en día hacen un contraste con una ciudad que aún sigue siendo difícil de categorizar.
@dianaegomez