El camino de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheimbaum Pardo, para convertirse en la candidata de Morena a la Presidencia de la República deberá pasar primero por una aduana insoslayable para poder ofrecer certeza en el ejercicio de la política, criterio objetivo y equilibrio entre fuerzas en el interior del país que más tarde se deberá traducir en gobernanza desde el ejercicio de gobierno.
Se trata de un aserto que sólo los iniciados han podido asumir como una condición sine qua non para el ejercicio del poder en una sociedad marcada por la disparidad, contrastes y coexistencia de grupos de poder que un día si el otro también, buscan por mecanismos diversos –incluso ilegítimos-, consolidar o ensanchar cotos.
Hacer política desde el “chilangocentrismo” sin andar el país conlleva el riesgo de mandar señales equivocadas por el desconocimiento pleno de perfiles que poco abonan a una causa como la que se busca para competir en condiciones de competitividad sin erosionar la frágil unidad existente en el Movimiento de Regeneración Nacional.
Desde el norte de la República hasta la península de Yucatán existen cabezas de grupos que por sus respectivas trayectorias e incluso conductas en el plano personal y vida privada, dejan de manifiesto enarbolar un discurso hueco y simulación que notoriamente va en sentido contrario al credo lópezobradorista: no robar, no mentir, no traicionar.
Ahí está el caso de la ex presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, autonombrada enlace de la Jefa de Gobierno de la capital del país. Fue un cuadro de Morena que aún luego de haber hecho un papel desastroso en la gestión pública que orilló a ese partido a perder en junio de 2021 la zona metropolitana -Puebla capital incluida-, se empeña en liderar con poca fortuna y lugares comunes, el debate político.
Pactó con el círculo del clan que concentró a lo más rancio del movimiento al que pertenece la ex presidenta municipal: saqueo de las finanzas públicas, componendas con grupos privilegiados, castigo y persecución a líderes sociales y de opinión. Claudia Rivera los conoce bien.
Algunos incluso los llevó a otra plano mucho más allá de la política, más personal, íntimo en la vida privada. Sus nombres todos los conocen y que no sean historias nuevas, tampoco significa que la conducta de esta mujer que se dijo cantera del movimiento del presidente Andrés Manuel López Obrador, sea vista con con confianza entre el resto de sus correligionarios.
La Jefa de Gobierno ya dijo que está en vísperas de visitar en Puebla a Miguel Barbosa para la firma de un convenio entre el gobierno del estado y el de la CDMX para armonizar criterios de digitalización de trámites y servicios, en las últimas semanas ha sido persistente el empeño de Rivera Vivanco por hacer parecer que es ella quien ostenta el monopolio de la interlocución con la presidenciable.
Aún y cuando en el círculo de la propia Sheimbaum se tiene claro que para andar un camino cierto hasta el día de la nominación, se deberán tender puentes de comunicación con todos los grupos, principalmente con gobernadoras y gobernadores en cada una de las entidades, no estarán ausentes oportunismo y engaño, dos aspectos frecuentes en el pasado.
@FerMaldonadoMX