Por una revista que se especializa en ofrecer consejos y remedios para limpiar la imagen de la clase política -hombre y mujer incrustados en la cosa pública-, sabemos que la presidenta municipal de San Martín Texmelucan, Norma Layón se encuentra en los primeros lugares de reconocimiento.
Curioso que una mujer que apenas incursiona en la función pública, sin experiencia política, legislativa o partidaria haya conseguido un consenso mayoritariamente favorable para llegar a esa publicación, sobre todo en un escenario endémico en un municipio convulsionado.
Más extraño aún que la mujer que ejerce el gobierno como empresa familiar, con un sentido patrimoniales de los recursos públicos, con un grupo de familiares e incondicionales en áreas estratégicas y de espaldas a la gente goce de ese reconocimiento.
Extraño que haya conseguido cambiar la percepción en apenas unas semanas porque de todos los males de los que se duele el ciudadano promedio en la cabecera municipal, barrios y juntas auxiliares, destacan el de la inseguridad y violencia desatada.
Desgastados, agotados de la ineptitud gubernamental y del abuso policiaco que ha visto a los habitantes de ese lugar como una fuente de ingreso de recursos para el pago de cuotas entre mandos, convocaron a una marcha el 26 de junio.
“Marcha pacífica por La Paz y seguridad de los texmeluquenses”, decía el cartel de invitación para partir del Monumento de los Hombres Fuertes, ataviados de blanco y negro, como símbolo de paz y de duelo.
La aparición de la edil en esa revista como exclusivo escaparate para la clase gobernante pareció una bofetada para el ciudadano promedio de esa ciudad pues apenas a finales del mes de agosto uno de los elementos de la Policía Municipal de nombre Eduardo López Balcázar aparece notoriamente alcoholizado, con un revolver en la mano bailando al ritmo del estruendo musical de lo que parece una fiesta; enseguida apunta con el arma a uno de los asistentes al convivio que se encuentra fuera de cámara.
De los múltiples ejemplos de la inoperancia, complicidad y omisión en la administración de Layón que está por cumplir cuatro años en la gestión pública municipal, es la detención en flagrancia de tres elementos de la corporación policiaca entre quienes se encuentra uno de apellido Gaytán, sobre quien pesaban acusaciones de extorsión, amenazas y lesiones desde 2020, cuando la presidenta municipal ya tenía dos años en funciones.
No hay forma de que los habitantes de ese municipio estén a salvo del hampa, la uniformada y de otras características criminales. Una usuaria de Facebook cuyo nombre se mantienen reserva escribió una de las
experiencias que inundan en el imaginario.
“Todos los días veo que el ayuntamiento de San Martín Texmelucan sube fotos de personas detenidas con armas de fuego, droga y dinero (…) hoy en la mañana asaltaron a mi mamá y a una amiga rumbo al trabajo, exactamente en la calle Tlahuicole y camino a Tlanalapa”.
No hay forma de que Layón ocupe un lugar siquiera de media tabla entre “Los mejores alcaldes de México”, porque la ciudadanía a la que se debe ha sido agraviada y arrepentida.
@FerMaldonadoMX