Hace poco presencié, en un foro de tecnología e innovación, el discurso tradicional sociohistórico ante los descubrimientos e invenciones con tilde vanguardistas, que ofrecen una falsa esperanza a corto plazo para la solución de numerosos problemas sociales. El efecto en masas del solucionismo tecnológico llega a catalogarse como una oportunidad milagrosa y mágica, como lo indica la tercera ley de Clarke: “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”.

¿Puede la tecnología metaversal ‘curar’ el síndrome de Tourette? Fue la pregunta concreta de una madre que, con llanto, busca en foros de innovación una respuesta esperanzadora que alivie la realidad de su hija, que desde niña presenta discinesia tardía que provoca movimientos musculares involuntarios y repentinos. La respuesta insensible, ecpática, irresponsable y hasta miserable, fue una afirmación: ¿acaso puede más la alienación tecnócrata y acrítica provocar una falsa esperanza en un paciente con síndrome de Tourette? Parece que sí.

En el siglo I, Herón de Alejandría creó un sistema de apertura automática de puertas de un templo, mientras “el sacerdote encendía una llama en la entrada para invocar a los dioses, los cuales respondían abriendo las puertas para permitir la entrada; tras bambalinas, la llama calentaba un receptáculo lleno de agua, oculto a la vista de quienes acudían al templo. Al producir la ebullición del agua contenida en el recipiente, el vapor generado accionaba una serie de contrapesos que ponían en funcionamiento un sistema de poleas que finalmente abría las puertas”. La tecnología es tildada de milagro hasta su comprensión, después se transforma en ciencia común.

Lejos de ser un recuerdo renacentista, la magia de la tecnología continúa vigente en chamanes que atribuyen a los avances postmodernos la virtud de curar todos los males, tal y como sucedía en épocas pretéritas, pero ahora lo vivía en un foro de chamanes tecnológicos que realizaban aseveraciones tan a la ligera como anunciar que con la revolución tecnológica, que se centraliza en la digitalización de procesos análogos y simbólicos, el mundo vería un nuevo instrumento capaz de superar las dolencias estructurales del sistema actual.

Como en el pasado, la artimaña técnica sirve principalmente para el enriquecimiento desmesurado de un puñado de personas que se autodenominan chamanes tecnológicos, sin vislumbrar que los avances de los instrumentos digitales son claramente discriminatorios y que exacerba las desigualdades sociales.

 

Ecosistema Digital

Carlos Miguel Ramos Linares

@cm_ramoslinares