El América se dio otro festín ante un desangelado Puebla para escribir la mayor goleada en la historia de las liguillas y para dejar al entorno poblano con la sensación de haber demolido una edificación en proceso. Los cimientos los pusieron Enrique Meza y Juan Reynoso, mientras que Nicolás Larcamón puso los castillos y ya estaba edificando los muros, pero tras el 11-2 el cuadro camotero deberá recorrer el espacio de la obra y definir con cuáles restos puede reiniciar la construcción. La pregunta es qué sucedió en los dos juegos ante las Águilas, algunos prefieren acudir a las teorías conspiratorias (rompimiento del vestuario, falta de pago de primas, jugadores como Israel Reyes ya vendidos a las Águilas), al carecer de pruebas para afirmar todo ello, un servidor prefiere explorar otras alternativas que parecen menos rebuscadas, que responden a las futbolísticas y de las que sí hay pruebas: 1.- Hay que reconocer que se enfrentó a un gran rival que está jugando muy bien, que tiene muchas variantes, mucho dinamismo, muy bien dirigido y mentalizado hacia un objetivo que no se le ha dado en las últimas campañas; y 2.- El batacazo no se produjo en los cinco días que duró la serie sino que fue la respuesta a muchas tuercas que se habían soltado, que el torneo le venía mostrando al cuerpo técnico pero que al no carecer de autocrítica no se pudieron entender.
¿Cómo se explica este marcador global de 11-2 más allá de los errores personales como la tibieza de Maia en la marca a Henry Martín en el tercer gol americanista en Puebla, el mal rechace de Antony Silva para el cuarto, la falta de fundamentos de Gastón Silva al dejar botar un balón o el regalo en la salida para el segundo tanto de las Águilas en el Estadio Azteca https://www.youtube.com/watch?v=ZNmOKe41Br0? Por la falta de autocrítica del cuerpo técnico, por sus equivocadas lecturas y, por lo tanto, por su falta de ajustes. Desde que finalizó el juego sabatino la afición poblana se ha dividido entre las teorías conspiratorias, las críticas a Larcamón y a los jugadores y algunos otros han defendido al técnico a partir de la idea “es lo que hay”, una tesis que se queda corta debido a que con ese “es lo que hay” este Puebla ya ha llegado a semifinales y aunque había sido eliminado en cuartos había peleado, por lo que lejos de “es lo que hay” debemos preguntarnos las causas del nulo crecimiento a partir de esas semifinales, las causas por las cuales algunos futbolistas no acaban de dar el estirón.
La serie ante el América fue la tormenta perfecta porque el Puebla se encontró con un equipo hambriento, con muy buenos jugadores en gran estado de forma que aprovechó cada descuido y cada tuerca que se caía, pero el problema es que ya varias escuadras habían demostrado que las tuercas se estaban aflojando. Desde el triunfo en Mazatlán un servidor el lunes 4 de julio en este espacio escribió: “Por eso la victoria del Puebla en Mazatlán fue un compendio de lo bueno y lo malo de la escuadra de Larcamón en los últimos torneos… para trascender requiere ser más parejo durante los juegos y para ello necesita de una mayor regularidad”.
Algunos de los problemas del Puebla no surgieron en este torneo, se arrastraban del anterior, el equipo de Larcamón alcanzó su tope futbolístico en esa noche de marzo en el Estadio Azteca cuando se impuso 3-1 a Cruz Azul con los tres goles de Fernando Aristeguieta y a partir de ahí vino a la baja; nunca volvió a alcanzar ese nivel. “Todos los atributos del Puebla desaparecen en los segundos tiempos, de ese equipo dinámico que busca recuperar el balón lo más rápido posible y hacer daño de forma inmediata da paso a uno que cede la iniciativa, de esa constante búsqueda entre los tres que más saben con el balón se pasa a que los tres desaparecen, del talento de Reyes para recuperar y darle agilidad al traslado del balón se pasa a los balones perdidos, los carrileros se quedan a medias y entonces se comienza a depender de Antony Silva”, frase del 25 de julio tras el empate contra Cruz Azul al igual que la siguiente: “Otra mala costumbre que se arrastra del torneo anterior es la táctica fija en contra, otra vez se recibió un gol por esta vía donde entre Barragán y Gastón Silva dejaron rematar a Santiago Giménez (que pasa por un gran momento) y dejó sin opciones a Antony Silva”, lo que nos lleva a otro tema que hay que poner sobre la mesa.
Para esta campaña la directiva aguantó los cañonazos por Israel Reyes y Maxi Araújo y complació al técnico con el regreso de Omar Fernández, además de adquirir a dos complementos para enriquecer la competencia interna: Iván Moreno y Luis Arcadio García, pero perdió dos hombres que eran claves: Juan Pablo Segovia y el capitán Javier Salas, para cubrir el lugar del primero llegó el uruguayo Gastón Silva con más currículum que el veterano argentino, con un paso por la selección de su país y eso fue suficiente para convencer a la afición, mientras que Salas se fue a pocos días de empezar la campaña por lo que para cubrirlo se dio el regreso del canterano Pablo González tras su paso por Atlas y Toluca, pero la apuesta era arriesgada por que el poblano no tiene la dinámica que gusta a Larcamón y, por lo tanto, sólo sumó quince minutos en el torneo. Los refuerzos no estuvieron a la altura ya que Fernández se lesionó, Moreno tuvo algunos buenos partidos pero su cierre fue flojo coincidiendo con el momento que salió de los onces, Gastón Silva jugó mucho, tuvo algunos buenos partidos pero cometió muchos errores y salió en la foto de varios goles en contra, mientras que nunca hubo alguien que pudiera hacer el trabajo sucio de Javier Salas por lo que el Puebla terminó extrañando al vilipendiado capitán, tal vez porque Gularte se lesionó y Reyes tuvo que regresar a la central, pero la realidad es que Mancuello se quedó solo.
Desde el 25 de julio se alertaba sobre la falta de aprendizaje: “Da la impresión de que el Puebla sigue siendo un equipo en construcción que mantiene sus señas de identidad pero que no ha aprendido de las lecciones pasadas. Sigue siendo una escuadra que sufre en la táctica fija, sigue regalando tarjetas amarillas o rojas (Araújo la semana pasada ante León), sigue sufriendo desconexiones cuando recibe un gol en contra (pasó con Mazatlán y ahora ante Cruz Azul), algunos jugadores no acaban de crecer y son muy intermitentes como el propio Araújo”, subrayando lo siguiente: “Las buenas costumbres ya han demostrado que producen un equipo competitivo, incluso que genera orgullo y que ha devuelto la comunión entre afición y equipo, pero no corregir las malas costumbres, también demostrado a través del torneo pasado, genera un equipo que no puede trascender en liguilla”.
La problemática trasciende a las bajas por lesión porque se debe reconocer que ante la baja de Aristeguieta por la fractura de tobillo, la directiva se movió rápido y consiguió un hombre como Jozy Altidore pero el cuerpo técnico prefirió respetar códigos internos y darle la alternativa a Martín Barragán quien respondió con goles y dio la razón a su estratega, el problema es que el estadounidense terminó como cuarto en la lista de alternativas ya que se prefirió a Guillermo Martínez y hasta Amaury Escoto, lo que sí es llamativo porque con los pocos minutos que tuvo el ex seleccionado de las barras y las estrellas anotó dos goles.
Todo el torneo hubo lecciones que el cuerpo técnico fue incapaz de entender, nunca se hicieron ajustes, siempre se habló de merecimientos, nunca se reconoció preocupación por las fallas continuadas en táctica fija, siempre se apeló a la reciente historia y a lo que estos jugadores le habían dado a la ciudad incluso cuando se molestó con la afición por los abucheos tras el empate con Juárez, pero mientras las tuercas se seguían aflojando. “Las señas de estancamiento son cada vez más visibles, a pesar de que la llamada identidad Puebla sigue rescatando la buena imagen camotera; ahora para alcanzar esa trascendencia el cuerpo técnico debe apretar tuercas y evitar las distracciones cada vez más constantes”, se decía el 15 de agosto tras un nuevo empate contra Tijuana, una escuadra que hizo ver mal al Puebla pero que no hurgó en la herida como si lo hizo América y permitió la reacción poblana.
Larcamón hablaba de “pequeños márgenes”, pero da la impresión que nunca se atendieron, el 22 de agosto se comentó: “Los pequeños márgenes de los que habla el timonel argentino son los que evitan la trascendencia, los pequeños márgenes se pueden corregir, es decir en su mayoría dependen del cuerpo técnico y jugadores del Puebla, pero si no se ajusta los pequeños márgenes se pueden convertir en lozas muy pesadas”. Para el 29 de agosto se presentaban los siguientes datos: “De tal forma estamos hablando que el Puebla ha dejado escapar al menos ocho ventajas en algún momento de los partidos, que en sólo dos ocasiones ha podido dejar su arco en cero (jornada dos ante Santos 1-0 y jornada seis contra San Luis 0-0), pero lo más grave es que en esta mala racha ha recibido cinco goles en táctica fija a los que debemos sumar el gol de Medina en Monterrey que significó la única derrota del campeonato ante los Rayados”.
El Puebla fue un mal alumno porque a lo largo del torneo recibió lecciones para que corrigiera aspectos y nunca lo hizo: “El equipo de la Franja no sabe ganar, no maneja los partidos, no resuelve sus dudas defensivas, en lugar de dar certezas el técnico ha preferido seguir improvisando en algunas posiciones, ojalá Larcamón haga el análisis que prometió porque la vía para ganar es apretar las tuercas que se han venido aflojando y que cada vez son más numerosas”, se escribió el 2 de septiembre, o bien: “El Puebla sólo ha ganado dos juegos de catorce disputados por la falta de oficio de sus jugadores, por cierta incapacidad para leer los partidos, porque el cuerpo técnico ha carecido de la autocrítica para reconocer las fallas y trabajar en ellas para corregirlas y porque los futbolistas se han equivocado en las decisiones…Nicolás Larcamón no encuentra soluciones y además al tratar de “defender una idea” no ha entendido que hoy su equipo requiere de decisiones que se salgan de la dinámica que llegó a implantar”, del 12 de septiembre.
Podría seguir la lista de citas con respecto a las lecciones no aprendidas, pero hay otra grave. La lectura que hizo Larcamón tras la derrota ante el América en la fecha diecisiete donde se quedó con la estadística de haber disparado más a puerta y de haber perdido por un gol, sin atender el dominio americanista en mediocampo, eso lo llevó a no ajustar de cara a la ida y se llevó la goleada, con otro aspecto que revela que faltó capacidad para entender lo que pasaba. Al igual que en la ida de la semifinal contra Santos donde en lugar de ya no recibir más goles fue en busca de alguno hizo lo mismo en Puebla, por lo que hay una estadística muy llamativa: El Puebla de Larcamón no ha sido goleado en temporada regular, pero ya ha sufrido tres (0-3 Santos, 1-6 y 1-5 frente a América) en liguilla lo que habla de que el argentino no ha aprendido a jugar en la llamada fiesta grande.
Da la impresión de que Larcamón se enamoró de su obra y dejó de tener autocrítica, que se murió con la suya de respetar a los jugadores que en su momento respondieron pero en esa actitud no tuvo la apertura de dar minutos de calidad a Altidore y González, en su afán por respetar una identidad no tuvo la calma y la apertura para buscar soluciones ante los indicios de que la idea se estaba agotando, el argentino terminó siendo hasta injusto porque a algunos futbolistas los castigó como Maia y Moreno pero con otros tuvo mucha paciencia como con Gastón Silva y todo esto se explica a partir de la falta de autocrítica de Larcamón y de su cuerpo técnico.
Ahora viene un largo período, más largo que de costumbre, donde la directiva deberá tomar decisiones; como siempre se habla de bajas destacadas, pero más allá de los nombres, la directiva deberá buscar entre los escombros que dejó la destrucción americanista y buscar si queda algo que rescatar para retomar la edificación. También sería recomendable que leyera un poco de la historia del Puebla, el viernes pasado don Emilio Maurer presentó su libro “Maurer y sus verdades. Memorias de un poblano”, donde hace un recorrido a su paso como directivo del Puebla y por la Federación Mexicana de Futbol, pues bien en la historia de la Franja Maurer Espinosa tomó la decisión de cambiar de director técnico a pesar de que el chileno Pedro García había entregado récord de puntos para la franquicia con 53 y el superliderato pero en liguilla se cayó (se jugó por grupos y se lastimó Marcelino Bernal), pero el ex directivo siempre ha comentado: “Pedro García era un motivador y cómo un motivador iba a motivar cuando se había caído tan feo en liguilla, consulté con algunos jugadores y al estar de acuerdo con un cambio le comuniqué la decisión a Arturo Migoya para que hablara con García” https://fb.watch/gd8hTIFuYn/, eso sucedió previo a la campaña 89-90; treinta y tres años después la pregunta para la actual directiva sobre la que deberá planear los siguientes torneos es la misma: ¿El técnico tiene la fuerza para encabezar esta especie de reconstrucción, Nicolás Larcamón podrá volver a motivar tras el 11-2 en contra? Pero en dado caso que la respuesta sea afirmativa, la directiva debería hacer un ejercicio de autocrítica con el timonel argentino para volver a empezar.
@abascal2