La historia del país cambió de manera radical en un poco más de una década; habría sido otra hace exactamente 11 años, este 15 de noviembre, cuando México era aún gobernado por el bipartidismos PAN-PRI.

No fue inscrita en los anales por razones que nadie podrá explicar, salvo que se quiera restar méritos a quien en 2011 decidió cumplir un acuerdo con el hombre que ahora despacha en Palacio Nacional y encabeza la llamada Cuarta Transformación: Andrés Manuel López Obrador.

Una revisión a la prensa de la época daba cuenta de la aprobación en el Congreso de la Unión del paquete económico para 2012 que había enviado a las cámaras el presidente Felipe Calderón.

No fue la nota principal de la oferta editorial de entonces, sino el resultado de la encuesta en la que habían competido López Obrador y el entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard Casaubón.

La medición a la que habían decidido someterse constaba de cinco preguntas de las que López Obrador arañó el triunfo por un mínimo margen, a grado tal que el equipo cercano del gobernante capitalino sugirió repetir.

“El aspirante presidencial, Marcelo Ebrard, aceptó su derrota al reconocer que AMLO se impuso en tres de las cinco preguntas planteadas por los encuestadores” publicó El Economista ese 15 de noviembre de 2011.

Ebrard Casaubón y AMLO habían establecido que el segundo apoyaría sin reparos al primero, ganador de la encuesta para ser candidato de la izquierda en las elecciones constitucionales de 2012.

Ambos militaban en el Partido de la Revolución Democrática, al que luego desfondarían para fundar el Movimiento de Regeneración Nacional, el partido más joven del aparato partidario, con la mayor rentabilidad electoral en el menor lapso.

Diputado federal, el secretario general de Morena en Puebla, Agustín Guerrero trae en la memoria el momento preciso y la coyuntura por la que atravesaba en ese momento la izquierda mexicana.

Había sido derrotada en Zacatecas y en Baja California Sur y en San Lázaro había apenas un puñado de 14 diputados que simpatizaba con las causas del tabasqueño. El gesto de congruencia de Ebrard permitió que el movimiento que ya estaba en creación catapultara.

“Cabizbajo y con un semblante poco expresivo, Ebrard Casaubon se adelanta y dice: Soy leal. Podría empecinarme, ir a las internas. Pero ¿dónde queda la congruencia? Sería un suicidio para la izquierda. El camino está antes que el deseo, el mayor de los éxitos a Andrés Manuel, la sala estalla en aplausos de los asistentes que respaldan a López Obrador. Ebrard anotó puntos en favor pese a perder esta vez”, decía la crónica de los reporteros Verónica Macías y Juan José Reyes.

El cálculo de Guerrero no era erróneo. López Obrador ciertamente fue derrotado por en la elección de 2012 por el priista Enrique Peña Nieto, sólo para permitir que el PRI volviera a Los Pinos por un suspiro de seis años, no más.

Marcelo Ebrard no será candidato a la Presidencia, según sugieren las variables a unos meses del momento definitorio en 2024, pero admitir valores políticos y congruencia no está de más para quien fue uno de los facilitadores de la llegada de la alternancia real a México.