Simulación, engaño y el nego han estado siempre en la conducta pública de Francisco Ramos Montaño, enlace entre Fernando Manzanilla Prieto y el coordinador de los diputados federales de Morena, Ignacio Mier Velazco.

Las muestras van quedando a su paso, por donde quiera que va. El rastro que deja hiede, aún con los constantes baños de justiciero que apunta a la maldad en el mundo y redime los dolores de los menesterosos.

Siempre existe una coartada para presentarse en público con ropajes de bondad y engaño. Una de las más recientes, encontrar lazos sanguíneos con el ejército que lideró el Caudillo del Sur, Emiliano Zapata, en ocasión del CXII aniversario del movimiento armado de 1910.

“Que sirva este día (20 de noviembre) para reafirmar nuestro compromiso de buscar constantemente la justicia social en favor de quienes menos tienen”, escribió el desmemoriado personaje de la política local, que acaso alcanzó fulgor cuando contrajo matrimonio con Mariana Moguel, la hija de Rosario Robles Berlanga, en enero de 2013.

Extraña, por lo menos, la manera de poner en práctica los ideales del zapatismo: Fue en un Juzgado de lo Familiar, con el número de expediente 146/211, que Ramos Montaño enfrentó una demanda de reconocimiento de paternidad de la que, en su momento, fue innecesario mencionar nombres de la madre y el menor hijo, por decoro y respeto.

La justicia social de la que presume el promotor de Mier Velazco y alfil de Manzanilla Prieto no resiste el más elemental de los análisis, porque su propia trayectoria en el ámbito público perfila a un sujeto capaz de envolver a quien lo permite, como ocurrió con quien se vinculó en el pasado.

En el sexenio de 2004 a 2010 se le ubicó como uno más de los cachorros del grupo del exgobernador Mario Marín Torres, prácticamente disuelto después del escándalo tras la aprehensión de Lydia Cacho y el posterior encarcelamientos del último mandatario priista que tuvo Puebla.

Convenenciero como es, buscó un lugar en equipos con liderazgos que hoy no se pueden ver ni en fotografía. En 2011 tocó las puertas de ortos priistas de alto rango, como Jorge Estefan Chidiac, y hasta aspiró a ser dirigente del PRI Municipal, cuando fue líder de las juventudes de ese partido político.

Ahora sirve en la mesa en la que come Mier Velazco, el socio de Arturo Rueda Sánchez de la Vega, encarcelado en Tepexi de Rodríguez por el delito de extorsión en contra de quien aduló, hace 12 años, el priista que en el presente lidera la bancada tricolor en el Congreso del Estado.

No deja de ser pintoresco que en cualquier buscador en la red aparezcan fotografías de este justiciero y zapatista (sic) ataviado con ropajes tricolores, púrpura del confesional y desaparecido Partido Encuentro Social, y guinda de Morena.

Pero también impulsó un marginal movimiento que bautizó “Somos 5 Puebla nos mueve” en donde mantuvo una alianza impúdica, pero visible, con un fiel seguidor del panismo de Moreno Valle, Carlos Morales Álvarez, exdiputado local prófugo.

Y eso que era funcionario de la 4T en Puebla, y luego echado por la puerta de atrás.

 

@FerMaldonadoMX

parabolica.mx escribe Fernando Maldonado