En las bodas de buenas familias las damas invitadas nunca visten de blanco para evitar opacar a la feliz contrayente con un atuendo más elegante, vistoso o atractivo. Nadie debe lucir mejor que la festejada, se sabe de siempre.

Un convidado a una cena de familiar llega siempre acompañado de su pareja formal, nunca sólo o con acompañante de ocasión para evitar incomodar a los anfitriones que deciden abrir las puertas de su casa, con generosidad manifiesta.

Y lo mismo sucede con quien en una reunión de amigos, todos los convocados deberán guardar cordura por cortesía y prudencia antes que terminar por arruinar el encuentro festivo con comentarios fuera de lugar, procaces y que vayan a contrariar al resto de los presentes.

Todas esas reglas de cortesía las ignoró, o decidió pasarlas por alto el coordinador de los diputados del Movimiento de Regeneración Nacional, el cacique de Tecamachalco, Ignacio Mier Velazco, en la concentración multitudinaria en el Angel de la Independencia este domingo.

Exhibió su pequeñez política, al ambición que lo anima y el ego exacerbado cuando por impulso propio decidió llevar una manta para promocionarse asimismo como el “brazo fuerte de gente”.

Nadie más de todos los dirigentes o integrantes de la llamada Cuarta Transformación cometieron el desliz de quien Mario Delgado promovió para ser el coordinador de la bancada del partido mayoritario en la Cámara de Diputados.

Ahí, en medio del griterío y el ambiente festivo, dos personajes desde el anonimato cargaron un rato una manta con una caricatura de su imagen, ignorada o desconocida para lo generalidad de los asistentes a la marcha.

Como una metáfora de lo que su perfil político ha significado, Nacho Mier se redujo a eso: una caricatura de trazo pueril para hacerse notar entre los manifestantes y simpatizantes de López Obrador.

Con ese cálculo político llegó a promoverse como si su estatura estuviera a la altura de quien en realidad era el festejado: el Presidente de la República y movimiento que como quedó manifiesto, es depositario de la esperanza de cientos de miles de personas en todo el país.

En la manifestación dominguera estuvieron todas y todos los aspirantes a un cargo de elección popular en 2023 en Coahuila y Estado de México, y 2024 con el cambio de poderes en todo el aparato gubernamental, desde la Presidencia de México hasta el municipio más modesto de los 217 en el estado.

La bochornosa escena contrastó aún mas porque en medio de todos los seguidores de López Obrador que ahora buscan escalar en el peldaño de la política, fue el único que llevó su propia manta propagandística.

Nadie de los precandidatos llevó un sólo panfleto para promover su imagen con fines ulteriores, salvo Ignacio Mier Velazco.

Los poblanos Alejandro Armenta, Oliva y Sergio Salomón, y ni el más novel en la esfera partidista como el secretario de Salud, José Antonio Martínez, hicieron alarde de cualidades por decoro, prudencia y cortesía política.

Ese desplante lo hizo uno sólo, el coordinador de los diputados federales que procesa aún como en los tiempos del priato más ofensivo.

 

@FerMaldonadoMX

parabolica.mx escribe Fernando Maldonado