Cuando llegué de mi viaje a Egipto tenía un texto de casi 9 mil caracteres que apenas y alcanzaba a contar lo que vi en aquel país africano. Aquí está un resumen de 3 mil 500.

Una mujer de casi 23 años, que en 2 o 3 más se casará dependiendo su situación económica, musulmana, sin hijos y alejada del extremismo religioso, es como se podría dibujar demográficamente al Egipto de esta época.

Se trata de uno de los países con mayor riqueza histórica, no solo de África, sino del mundo.

Bordeando el Río Nilo, desde el Mar Mediterráneo hasta el lago Victoria, los egipcios actuales (90% musulmanes y 10% cristianos) conservan su historia faraónica de casi 5 mil años junto a las influencias de los ptolomeos griegos, los césares romanos, el imperio de Saladino, la expansión inglesa y, actualmente, las industrias que pesan en la economía del norte del país.

Su principal atracción, las pirámides de Giza (la única de las 7 maravillas del mundo antiguo en pie), rompe el estereotipo de conservación histórica. Al acudir ahí puedes tocar y hasta treparte a las gigantescas rocas pulidas. Los recintos funerarios de Jufu, Jafra y Menkaura, (Keops, Kefrén y Micerinos) se construyeron en el 2,500 antes de Cristo, hace más de 4 mil años, más de 100 veces lo que una persona de 40 años ha vivido. Junto, cientos de vendedores, domadores de camellos y algunos estafadores exhiben una dualidad entre lo que representa este sitio para el mundo y la realidad del país.

Alrededor, un enorme cinturón de pobreza abre la zona desde Saqqara, algunos kilómetros al sur, donde se levanta la primera estructura con casi 5 mil años de antigüedad.

El Cairo, la capital Egipcia, es una ciudad cosmopolita color arena. Bañada por el desierto del Sahara, es un normalizado caos que solo descansa los viernes. Bazares que se pueden ver a lo largo de kilométricas cuadras, son el escenario de convergencia de muchas de las 20 millones de personas que habitan la urbe. Miles de edificios con pequeños departamentos y balcones despintados o derrumbados se abren paso entre distribuidores viales elevados en los que se avanza lentamente entre sonidos de claxon.

Alejandría, la ciudad más importante económicamente, es donde más se nota cierta influencia europea. Esta urbe aporta la mayor cantidad de recursos al país, aunque no los recibe en compensación porque todo va a la capital.

Ahí donde habitaron la histórica Biblioteca y el Faro, también se ubica la historia Romana y griega de los teatros y las columnas, con Alejandro Magno y Cleopatra como protagonistas estelares. Una nueva y espectacular Biblioteca de Alejandría hace las veces de museo como de centro galería de arte en este inmueble que se conecta ideológica y arquitectónicamente con Europa.

Al sur de la capital aparece la ciudad de Luxor, la joya escondida de la historia egipcia.

En ella se ubican el templo de Luxor, Karnak, el templo de Medinet Habu, el templo de Hatshepsut y el Valle de los Reyes, entre gigantescas columnas, jeroglíficos y estatuas hechas por gigantes, donde la historia te ruboriza, sorprende y atrapa.

El Egipto de la actualidad, presumido de su pasado histórico, pervive entre la omnipresencia del futbolista Mohamed Salah y el golpismo militar del presidente Abdelfatah El-Sisi; transcurre entre la alocada plaza Tahrir, que vivió como ningún otro sitio la primavera árabe y le pide a su región (y al mundo) un cese a las guerras para emerger como el gigante africano que merece ser.

 

@Olmosarcos_

Máscaras escribe Jesús Olmos