Durante semanas, el director del periódico Cambio y ahora recluido en el penal de Tepexi de Rodríguez, Arturo Rueda Sánchez de la Vega, esperó la fotografía en la que se vería en el piso al candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Miguel Barbosa.
Esa era la versión que se sabía, existió para ofrecer a los lectores y seguidores de ese diario, en la campaña de 2018, la imagen de un debilitado abanderado al gobierno de Puebla, opositor a la oficialista alianza panista que llevaba en la boleta a la difunta Martha Erika Alonso.
No se sabe de cierto si esa idea enferma para retratar a un candidato doblegado por circunstancias de vida fue producto de quienes orquestaron la más feroz campaña negra en contra de un adversario a ese panismo manejado al antojo del jefe de una camarilla sin honor, como la de Rafael Moreno Valle.
Sin embargo, era bastante evidente que el periódico, del que Ignacio Mier Velazco es socio, se convirtió en el principal instrumento de propaganda al servicio de la expresión más virulenta de una facción panista que persiguió con todos los recursos, de los que era capaz, para perpetuarse en el poder.
En algún momento de la crisis postelectoral, el autor de la columna acuñó diez de las más violentas portadas de ese rotativo con los cabezales y fotografías que denigraban en la campaña de 2018 para llevarlas al debate en aulas y la academia.
La referencia de lo sucedido viene a cuento después de que la mañana de este martes fue el propio Barbosa quien puso en primer plano la trama que se urdió entre el coordinador de los diputados de Morena, Ignacio Mier Velazco, y los verdaderos enemigos de la Cuarta Transformación.
Dicho de otro modo, Mier Velazco, el socio del sujeto que enfrenta procesos penales como extorsión, operaciones con recursos de procedencia ilícita y evasión fiscal, hacía campaña en favor de Andrés Manuel López Obrador, pero en Puebla zarandeaba al candidato de la coalición.
Sus hijos, Ignacio y Daniela Mier, fueron beneficiados con candidaturas y posiciones como parte de una componenda a partir de un personaje que también participó de manera decidida en el golpeteo político, como el abanderado del PRI, Enrique Doger Guerrero.
En reiteradas ocasiones se ha dicho que la metralla mediática y política, ejecutada en paralelo por Rueda y Doger, debería ofrecer réditos para el grupo en el que, también, se sabría después, tenía un lugar destacado el exauditor Francisco Romero, sujeto igual a procesos penales.
El exedil Doger Guerrero insistió en deslindarse de dos vínculos que lo comprometieron: la línea editorial del periódico, que junto el empresario Alberto Ventosa Coghlan adquirió en la década de los ’90, y también de un acuerdo con el grupo de Moreno Valle, según el cual sería nombrado secretario de despacho en el gobierno de la esposa del panista que acarició la idea de ser abanderado presidencial.
La única tabla de salvamento que queda a los integrantes de esa sociedad secreta es el simulador que se asume como un hombre de izquierda en San Lázaro, pero del que demasiada suciedad existe en Puebla.
@FerMaldonadoMX ignac