En una entrevista publicada hace algunos meses, Mariana Enríquez confesaba que cuando hablaba con Bernardo Esquinca sobre el reto que suponía escribir sobre horror en un país desbordado por la violencia, ella sostenía que el secreto residía en no competir con la realidad, sino en devolverla a su estado natural de horror.
Además, en esa misma charla admitió que por mucho que le gustara y reverenciara la obra de Stephen King, como autora latinoamericana le era imposible reconocerse en ese tipo de tradición, puesto que «América Latina tiene sus propios horrores».
En ese sentido, la obra narrativa del novelista mexicano José Bernal, emanada del contexto social de un estado fallido, recupera de alguna forma la tesis planteada por Enríquez. Después de irrumpir en la escena literaria con el thriller político Vas a hacerlos bailar, Bernal publicó hace un par de meses, bajo el sello Gato Blanco y la colección Undertango, El Cine de Caín, una novela sobre el México fratricida que revisita el mito de Caín y Abel.
Las hostilidades transcurren en el pueblo ficticio de Tonalpa, el arquetipo de territorio ingobernable, encaramado en la frontera con Guatemala y azotado por una ola de violencia perenne que configura la geografía del México contemporáneo, tan retratado en el cine de algunos años para acá con cintas como Sin señas particulares, Noche de fuego, La civil o La caja. Aunque Bernal, cinéfilo irredento, logra distanciarse, cinematográficamente hablando, del retrato de denuncia, planteando escenarios y situaciones que conversan mejor con el horror latinoamericano y el realismo mágico que con el falso documental.
Valiéndose de dos voces narrativas antagónicas que exudan aversión y sonoridad, Bernal nos cuenta los pormenores de la sucesión al trono en el seno de una familia de traficantes de ganado que opera y se enriquece con mataderos clandestinos. La lucha intestina que se desata por convertirse en el legítimo heredero del negocio criminal —y, por consecuencia, en el cacique del pueblo— es la mejor radiografía posible sobre una sociedad colapsada por la violencia y la impunidad como la mexicana.
Existe, también, una velada crítica al machismo feudal, mismo que se manifiesta a través de las dinámicas de poder, opresión, dominación y subordinación, así como las prácticasperformativas de la masculinidad tan características de la narcocultura y el crimen organizado en México. Las sucesiones al trono y el concepto tan ambiguo que se tiene del honor y la vergüenza son retratados a la perfección por Bernal como caldo de cultivo para perpetuar la configuración de una sociedad violenta.
Después de lo visto con Vas a hacerlos bailar y El Cine de Caín, estamos en posición de decir que tenemos en José Bernal a un novelista de horror, eminentemente mexicano, para rato.
Por Ricardo López Si / @Ricardo_LoSi