Durante los últimos días, un grupo de personajes que romantizan el pasado reciente, cuando el PRI y PAN se repartían el poder como patente bipartidista, han dispensado trato de monarca a Enrique de la Madrid, cuyo mayor logro ha sido nacer en la cuna de una familia presidencial que presidió Miguel de la Madrid Hurtado, en el periodo 1982-1988.
Esa idea romántica que abrazan quienes lo arroparon, primero en el Hotel MM y después en un inmueble particular en el fraccionamiento La Vista, lo hace suponer que se está ante el paladín que recuperará lo perdido tras la debacle electoral el primero domingo de julio de 2018.
El romanticismo, se sabe, exacerba la emoción por encima del razonamiento, el entendimiento y la lucidez. Impide ver con objetividad la realidad, aún y con todas las obviedades se mantiene en el primer plano.
De la Madrid, hijo de don Miguel y Paloma Cordero, forma parte de esa generación de mexicanos cuya estirpe abrazó como dogma el llamado Consenso de Washington, un modelo de desarrollo que privilegió la utilidad por sobre la calidad de vida de los seres humanos.
Justo es ese modelo el que adelgazó hasta su máxima expresión la presencia del Estado, el que terminó por llevar, entre otras variables, a la derrota del PRI y PAN, el bipartidismos bajo el cual busca el invitado de ese pequeño grupo ser candidato a la Presidencia de México, pero con disfraz ciudadano.
Una dosis de realidad establece que De la Madrid no tendrá ninguna posibilidad siquiera de ser abanderado, según el más reciente estudio demoscópico de Electoralia, que coloca a dos priistas por arriba de sus intenciones: la exgobernadora de Tlaxcala, Beatriz Paredes, y la heredera del clan Salinas de Gortari, Claudia Ruiz Massieu, con 2 y 1 por ciento.
Doblemente difícil cuando se consultó a los entrevistados: ¿Quién le gustaría que fuera el próximo candidata o candidato del PRI a la Presidencia de la República?, el convidado de ese romántico segmento de poblanas y poblanos tuvo 19 por ciento contra 46 que no supo responder.
En ese mismo renglón, le pisa los talones de tlaxcalteca, con 18 puntos, que son nada cuando esa misma pregunta se lleva al Movimiento Ciudadano, en donde se consideró con 41 por ciento a Luis Donaldo Colosio, el presidente municipal de la capital de Nuevo León, otro cachorro del priismo que es mejor valorado.
Vistos los números de la Encuesta Nacional de Preferencias de los Presidenciales, se puede anticipar que el cachorro de ese PRI tecnocrático, que dejó las causas de la Revolución entrada la década de los ‘80, será una cuesta arriba difícil de superar.
En el Movimiento de Regeneración Nacional deben estar que se truenan los dedos a la luz de los resultados. El partido del presidente podría ganar hasta con el payaso e la izquierda, Gerardo Fernández Noroña, que tiene una intención de voto de 40 por ciento; 25 la teatral Lilly Téllez y de ahí para abajo, no existe más.
El romanticismo con el que ven en Puebla a Enrique de la Madrid se basa fundamentalmente en suposiciones y subjetividades, lejos de la métrica y estadística, según la cual apunta a un fracaso electoral rotundo: Morena y aliados tendrían 56 por ciento de los votos, y la oposición, junta, 31 por ciento.
@FerMaldonadoMX