Despierta apenas del letargo decembrino la gestión del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina y ya recibió el primer agravio, y desafío político.

La inmensa ambición de Fernando Manzanilla, el exdiputado federal cuya única capacidad, al pasar de los años, es la del complot y la traición, lo llevó a deslizar la idea de que era él la carta fuerte para gobernar a Puebla en el tramo que restaba a la gestión de Miguel Barbosa Huerta, fallecido el 13 de diciembre pasado.

Para ello ocupó a un columnista con exposición mediática, pero desinformado. Sin mayores datos que la sugerida de oídas, carente de rigor jurídico y político, compró el periodista la versión estéril del vulgar ambicioso que busca cargo, para utilizar una definición de la larga epístola de López Obrador, el santo terrenal al que Manzanilla Prieto también dedicó letanía.

En la columna La Otra Batalla de Puebla, el periodista Hiroshi Takahashi anticipa que Céspedes Peregrina “tendrá que dejar esa comodidad con la que ya se le ve despachando para enfrentar una impugnación a su designación como mandatario que se alista ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación”.

Sin una explicación lógica y jurídica, da cauce al argumento esgrimido por el clan de Ignacio Mier Velazco, el coordinador de los diputados de Morena en San Lázaro y aliado de Manzanilla: “legisladores poblanos decidieron dar un albazo a cambio de ciertas concesiones”.

Según la narrativa febril de quien se perfila detrás del desinformado texto, “en primer lugar, se encontraba el exdiputado del Partido Encuentro Social, Fernando Manzanilla Prieto, quien no obstante sus serios desacuerdos con la administración barbosista se perfilaba para ser ungido (…) como gobernador”.

La historia de Manzanilla es consistente con su perfil, desvelado con el paso de los años desde que ocupó un lugar en el llamado “Grupo Finanzas”, del que nada queda.

Es la misma receta desde que volteó el juego a Rafael Moreno Valle Rosas, con quien pretendió rivalizar por la candidatura a la presidencia municipal en 2013-2014, que finalmente recayó en Antonio Gali Fayad.

Tirar la piedra y esconder la mano, golpear por la espalda o complotar en lo oscuro ha sido el patrón de conducta de este personaje, incrustado en diversos grupos políticos y administraciones, incluyendo la de su excuñado, el difunto Moreno Valle.

Al desinformado columnista que publicó el absurdo intento de ascender en el peldaño de la política poblana le hizo creer que fue él quien tejió con las dirigencias nacionales de los partidos políticos para convertirse en la primera opción para ocupar el cargo de gobernador tras el deceso de Barbosa Huerta.

Dato incontrovertible, el personaje que habló al oído del columnista decidió, a conveniencia, esconder lo sucedido en realidad.

Barbosa fue quien echó del gobierno a Manzanilla tras el hallazgo de evidencias de conductas irregulares en el manejo de dinero público, cobro de moches y el intento pertinaz por influir en la vida interna de partidos políticos ajenos a las 4T.

Con ese cartel pretende gobernar a los poblanos. Parece tardía fábula del Día de los Santos Inocentes.

 

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Fernando Maldonado