La reinstalación de la regidora de Trabajo y Ecología en el Cabildo de San Pedro Cholula, Beatriz Pérez, este jueves, está muy lejos de ser considerado como un asunto de carácter contractual.
En realidad exhibe a la presidenta municipal de ese municipio, la panista Paola Angón, por su sobrada ingenuidad, imperdonable en el ejercicio del poder público, y la coloca como un mal chiste que será aprovechado por sus detractores, entre quienes se encuentra el regidor Alejandro Oaxaca, un mordaz opositor al panismo.
Y también permite poner en su justa dimensión a un asesor de nombre Raúl Campillo Díaz, pues se trata del primero de varios tropiezos legales, lo que pondría también de relieve la dificultad que el también consultor y académico encuentra para armonizar sus conocimientos académicos y la política laboral.
La regidora que tras ser encontrada dobleteando en la comuna cholulteca se salió con la suya para quedarse como servidora, lo debe celebrar su padrino, el líder de la CTM, Leobardo Soto Martínez.
La presidenta municipal es directamente responsable por haber confiado a pie juntillas en la verborrea de Campillo Díaz, llevado a ese municipio por el yerno y coordinador de los diputados del PAN, Eduardo Alcántara Montiel.
El asesor recomendado salió de un cubículo de la Escuela Libre de Derecho a montar un despacho y luego, sin experiencia en la función pública, acaparar con sus recomendados las principales carteras en el gabinete de una ingenua Angón.
Si en el pasado intentó deslinde de su pareja sentimental, José Luis Carpinteyro Lazcano, nombrado al frente del Sistema Operador de Agua de ese municipio, será difícil negar el empoderamiento entregado a un abogado por quien los cholultecas no votaron, pero sí gobierna desde la comodidad de asesor plenipotenciario.
Hay ejemplos de ello en toda la esfera municipal. Finanzas y Egresos están ocupadas por incondicionales suyos, con Jorge Trejo Carmona y Patricia Méndez, respectivamente; en tanto, en Administración despacha Alberto Lozano.
La gente que Campillo Díaz ha sembrado en diversas áreas del gobierno municipal ya permite el cobro de “regalías” en oficinas responsable de cobros de derechos, como el Sosapach, en donde su titular, Mario Jiménez Blanca, tiene la instrucción de cobrar hasta 70 mil pesos por conexión a la red de distribución de agua potable que no entran a las arcas municipales, sino al bolsillo del jefe de ese clan.
El panismo que enarbola la presidenta municipal está por convertirse en una mayúscula contradicción. Del bien común pasará a convertirse irremediablemente en la cueva de AlíBabá y sus 40 ladrones.
Por eso es que la restitución de una regidora como Beatriz Pérez no debe verse como un hecho aislado, sino como el resultado de un padecimiento canceroso que hizo metástasis en el gobierno de Paola Angón, vuelta a exhibir como la más ingenua mujer que llegó al cargo, del que se han servido sin recato los hombres que la rodean.
Sin subjetividades ni interpretaciones, las pruebas son concluyentes.