En buena medida, Gerardo Islas Maldonado fue todo lo que quiso. Dirigió partidos políticos, manejó dinero a manos llenas, se rodeó de todo tipo de celebridades, estuvo siempre en la élite del poder, la farándula y siempre se acompañó de mujeres hermosas.

Para quienes han crecido y perseguido esos parámetros que componen ese paradigma de éxito basado en el poder y el dinero que atrae todo tipo de amenidades, fue envidiado.

Falleció a los 40 años de edad, y a su muerte se despertó una enorme nube informativa y de especulación porque así fue su vida: llena rumores y leyendas, algunas confirmadas y otras que alimentan el imaginario de la élite política y la farándula.

Una cosa es cierta: con su deceso en España este miércoles en la madrugada, se fue probablemente el mejor agente de relaciones públicas que se haya visto.

De ello sabe de sobra Alejandro Basteri, el hermano de Luis Miguel, a quien no se le conoce otra actividad más allá del cobijo de la fama y el éxito del popular cantante.

Islas Maldonado fue en Puebla y en el país entero quien mejor aprovechó esa relación, desde que ambos tenían mejor edad; ya en la madurez, voló sin la necesidad de la presencia del hermano del cantante.

La última vez que lo saludé en persona fue durante la visita del secretario de Gobernación a Puebla, Adán Augusto López Hernández, el viernes 13 de enero, a quien parecía escoltar.

Fue en Casa Puebla, el renovado inmueble que el panista Rafael Moreno Valle convirtió en la sede del poder más influyente desde el interior de la República y a quien el difunto admiró, como lo hizo un grupo que vio en el exgobernador el dique para contener el crecimiento de la cuarta transformación.

Islas Maldonado fue para Moreno Valle uno más de los personajes encumbrados, no obstante sus notables debilidades para la ejecución de políticas públicas, el diseño de estrategias y, sobre todo, la distancia entre el oropel y el confeti del espectáculo y la seriedad para la política de altura.

La última vez que pude hablar in extenso, comimos en un restaurante de la avenida Juárez. Él se hizo acompañar de su entonces esposa, la actriz Sherlyn, y el padre de Checo Pérez, el diputado federal, Antonio Pérez Garibay.

Fue una mesa cordial porque su principal habilidad radicaba en propiciar escenarios cómodos, sin voces disonantes ni altoparlantes para que todo fluyera. No obstante la crítica mordaz de la que fue objeto, sólo hubo saludos cordiales de regreso.

Con su inesperada muerte se termina prácticamente la influencia y poder que la familia Islas llegó a acumular en décadas. Víctor Hugo Islas enfrenta un proceso penal por la acusación de una exesposa, se encuentra en un penal.

Fue delegado del CEN del PRI en distintos estados del país, senador y diputado federal, funcionario público con gobiernos de ese partido político y beneficiario del morenovallismo.

A los padres de Gerardo, doña Fabiola Maldonado y a don Gerardo Maldonado, el abrazo solidario en momentos de apremio y penumbra por la ausencia irremediable. Luz y paz en sus corazones.

 

parabolica.mx

Fernando Maldonado