Como hemos hablado en anteriores entregas, ChatGPT es un tipo de inteligencia artificial, creado por OpenAI de Microsoft, capaz de construir textos, imágenes o videos a base de entrenamiento. La tecnología puede construir grandes cantidades de texto, elaborar “complejas” conversaciones de manera natural, así como traducir textos de maneras más precisas.
Aunque se trata de una inteligencia no lógica, este sistema de chat se encuentra de moda en todo el mundo desde su lanzamiento en noviembre de 2022. Hasta la fecha, ha alcanzado los 100 millones de usuarios, lo que la apuntala como una de las tecnologías con el crecimiento más rápido de usuarios en la historia, sobrepasando los 123 millones de usuarios activos mensuales en menos de tres meses, superando a redes sociodigitales como TikTok o Instagram.
El uso alienado de la tecnología ha impulsado que críticos, como el lingüista Avram Noam Chomsky, opinen sobre el uso de la tecnología que podría desbancar a los motores de búsqueda convencionales, como Google. Para Chomsky es muy claro que ChatGPT es un tipo de “tecnología sofisticada de plagio” y su utilización evade el esfuerzo académico con respecto de la adquisición del conocimiento.
“Durante años ha habido programas que han ayudado a los profesores a detectar ensayos plagiados. Ahora será más difícil, porque es más fácil plagiar”, aseguró en una entrevista que concedió el pasado 21 de enero para el canal de YouTube, Edukitchen, en una conversación de poco más de una hora donde además opina sobre Rusia y el contexto global y finalmente sobre la pandemia.
Durante la entrevista, Chomsky compara el auge de ChatGPT con el de los teléfonos inteligentes, desde el enfoque del uso indiscriminado y acrítico de la información al considerar que “los estudiantes se sientan allí charlando con alguien en su iPhone. Una forma de lidiar con eso es prohibir los iPhones (durante clase); otra forma de hacerlo es hacer que la clase sea interesante”.
Chomsky considera que el sistema educativo falla en cierto sentido cuando “no atrae a los estudiantes, no les interesa, no los desafía, no los hace querer aprender, encontrarán la manera de salir”. La reflexión coincide en que, de alguna manera, el auge de la inteligencia artificial transformará a la academia.
De hecho, algunas universidades como la de Hong Kong, recientemente prohibió a sus estudiantes el uso de ChatGPT o de cualquier otra inteligencia artificial en la realización de trabajos de investigación, ensayos o evaluaciones. El uso de cualquier herramienta similar puede ser objeto de plagio.
Para lograr detectar a alumnos que utilizan ChatGPT, la universidad recomendó al claustro docente permanecer “vigilante” y “recurrir a exámenes orales y presenciales complementarios” para la “detección de aquellos que manejen este tipo de herramientas”.
Esta medida es temporal hasta establecer normas sobre el uso ético de tecnologías basadas en inteligencia artificial capaces de crear contenido que burlen las medidas de detección de plagio.
@cm_ramoslinares