Todos, alguna vez, hemos padecido las largas y aburridas filas del Oxxo, lo que siempre nos lleva a hacernos la misma pregunta: ¿por qué nunca está abierta la caja dos?
Pues hasta hoy es un misterio indescifrable, y aunque pareciera una trivialidad, viene un gran cambio, la tecnología no sólo nos está alcanzando, sino que nos está reemplazando. ¡Ya no más cajeros jetones! ¡Ya no más cajeros que no te cobren por no llevar cambio! Ahora, en una onda totalmente digital, pagaremos con un código QR; es decir, tomas sus productos y el cobro se hará automáticamente al salir del establecimiento.
¿Esto qué quiere decir? Que una máquina podría suplirnos en cualquier momento, con la posibilidad de cero errores y de cero jetas a la hora de brindar atención al cliente. ¡Ah!, también –por supuesto– cero salario ni prestaciones.
Esta misma situación podría aplicar a cualquier profesión, oficio, actividad, etcétera, pero en un futuro no muy lejano imaginemos que sean actores robots quienes actúen en una telenovela, teatro o serie.
Konstantín Stanislavski (creador del método vivencial, el cual usan los actores en el mundo y cofundador del Teatro de Arte de Moscú) se moriría si viera que su trabajo se fuera al caño.
Pues platiqué con Flavio González Mello, escritor y director de teatro, cine y televisión, creador de la comedia Inteligencia Actoral; ganador del Premio Nacional de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón y el Premio Nacional de Dramaturgia Víctor Hugo Rascón Banda.
En medio de una revolución tecnológica, Inteligencia Actoral cuestiona los supuestos que nos convierten en seres humanos. Se trata de una comedia de ciencia ficción que estará en temporada hasta el 19 de marzo –jueves y viernes a las 20:00 horas, sábados a las 19:00 horas y domingos a las 18:00 horas–.
La historia nos muestra a Paco Ramos, un actor famoso que está a punto de estrenar una versión de Hamlet cuando recibe una imprevista propuesta para filmar una película de Hollywood. Como las obras de Shakespeare en México sólo dan 24 funciones y la lista de espera de los teatros es interminable, el director y el actor se confabulan para utilizar un robot suplente que protagonizará la pieza shakesperiana. El reto será que el público, los productores y los miembros del elenco no sepan quién es el original y quién es la copia. ¿Humano o androide? He ahí el dilema.
Inteligencia Actoral es una comedia de enredos de corte futurista, que habla de los requerimientos necesarios para que el público suspenda su incredulidad frente al hecho teatral. Al final de cuentas, un actor reproduce conductas y emociones, lo cual constituye también la meta final de la inteligencia artificial. La pregunta es: ¿resulta posible hacerle creer a las y los espectadores que las emociones son reales, aunque el actor no lo sea?
La columna de esta semana ha terminado, pueden ir en paz a ver Inteligencia Actoral.
El Confesionario
Por: Ray Zubiri