La semana pasada, cientos de miles de personas marcharon en la Ciudad de México y otras capitales y ciudades importantes del país (y algunas en el mundo) para manifestarse contra las reformas a leyes electorales planteadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, y conocidas genéricamente como el “Plan B”.

Los partidos opositores al presidente y a Morena ya comenzaron a interponer impugnaciones y controversias constitucionales ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y en este órgano se debe decidir si las reformas planteadas aprobadas por ambas cámaras del Congreso de la Unión transgreden o no los mandatos constitucionales.

La Suprema Corte, integrada ahora por una ligera mayoría de los 11 ministros de opositores al presidente o al menos no identificados con su gobierno, es muy probable que determine que sí se violan principios constitucionales, y muy probablemente se tire la mayor parte de propuestas del “Plan B”.

Eso sería festejado con algarabía por los partidos y organizaciones críticas del presidente, pues “lo habrían vencido” y lograrían que no se “establezca una dictadura” y se “acabe con las instituciones electorales democráticas”.

De lo que no se han dado cuenta las huestes encabezadas por Claudio X. González y los líderes del PAN, PRI y PRD, es que si logran tumbar el “Plan B”, quiere decir que las cosas seguirían exactamente igual con respecto al INE. Sus consejeros seguirían ganando cientos de miles de pesos mensuales de sueldo, continuaría la costosa burocracia enquistada en el INE y los consejeros se seguirían eligiendo igual que siempre, por votación mayoritaria de ternas en la Cámara de Diputados.

Y si los consejeros se siguen eligiendo como siempre, entonces el partido mayoritario podrá imponer a consejeros afines. Y ese partido se llama Morena. O sea, si todo sigue igual en el INE, el principal beneficiado será Morena, pues puede mayoritear la votación en el pleno y dejar como propietarios a los consejeros que ellos deseen. ¿Qué no se han dado cuenta los chicos de Claudio X. González?

O sea, si hubiera pasado la reforma electoral original, el presidente habría ganado indiscutiblemente, pero no ocurrió así. Si pasaran las reformas del Plan B y la Suprema Corte no pudiera tumbarlas, el presidente ganaría también. Pero si la Corte determina la inconstitucionalidad de las reformas del Plan B y no pasan y todo sigue igual… Morena y el presidente también saldrán beneficiados.

En otras palabras: En los tres escenarios… gana el presidente.

Y aquellos gritando que “habrá ganado la democracia” y no sé cuántas arengas opositoras más, cuando en realidad creo que una vez más, López Obrador se los ha chamaqueado con un oculto “Plan C” (así le llamó mi amigo el Dr. Gabriel Hernández Campos, experto en el tema y quien me hizo ver todo lo anterior, lo cual agradezco).

Eso sí: “¡El INE no se toca!”.

¡¡¡Plop!!