El Parlamento de Irak celebrará el próximo 6 de noviembre elecciones a los Consejos Provinciales, las primeras en una década de estos órganos que fueron disueltos tras las protestas contra el poder de 2019.

“Las elecciones provinciales se celebrarán el 6 de noviembre de 2023”, decidieron los diputados, según un comunicado de la oficina de prensa del Parlamento.

Los comicios se llevarán a cabo en 15 de las 18 provincias iraquíes y quedarán fuera las tres provincias de la región autónoma del Kurdistán de Irak.

Los Consejos Provinciales tienen un poder relativamente importante para asignar presupuestos en sanidad, transporte y educación. La votación del 6 de noviembre será la primera de este tipo desde 2013.

En 2019, año en que se vio sacudido por un gran movimiento contra el poder, el pueblo exigió y obtuvo la disolución de estos Consejos, que parte de la oposición y de la sociedad civil consideran corruptos.

Irak conmemora el vigésimo aniversario de la invasión liderada por Estados Unidos que derrocó al dictador Sadam Husein, pero no hay prevista ninguna celebración en un país que, pese a una apariencia de normalidad, ve el futuro con temor.

Este país, rico productor de petróleo, sigue traumatizado por los años de conflicto y violencia sectaria que siguieron a la operación lanzada el 20 de marzo de 2003.

Aunque logró establecer una apariencia de normalidad, sigue enfrentado a inmensos desafíos como, entre otros, la inestabilidad política, la pobreza y la corrupción.

El vecino Irán, un país de mayoría chiita y que es la némesis de Estados Unidos, ahora tiene mucha influencia local, dado que la población quedó liberada del yugo que sufrió durante el régimen de Husein, que era sunita.

El gobierno no tiene planeado ningún evento y en las calles de Bagdad, las personas parecían más preocupadas por la llegada del mes de ayuno del Ramadán, esta semana.

“Es un recuerdo doloroso” para el país, dijo Fadhel Hassan, un estudiante de periodismo de 23 años. “Hubo mucha destrucción y demasiadas víctimas”.

La invasión fue ordenada por el presidente republicano George W. Bush en un contexto marcado por los ataques del 11 de septiembre de 2001 lanzados por el grupo yihadista Al Qaida.

CONFLICTOS

La invasión ejecutada por 150 mil soldados estadounidenses y 40 mil combatientes británicos logró derrocar en tres semanas al gobierno de Husein y el 9 de abril las fuerzas invasoras tomaron el control de Bagdad.

Bush declaró “misión cumplida”, pero la invasión dejó desórdenes, saqueos en las calles y un caos que se agravó por la decisión estadounidense de disolver el Estado iraquí, el partido gobernante y el Ejército.

Para el momento de la retirada de las tropas estadounidenses la guerra dejó más de 100 mil civiles iraquíes muertos, con 4 mil 500 fallecidos del lado estadounidense, según la organización Iraq Body Count.

La invasión marcó el inicio de los periodo más sangrientos de la historia de Irak, que primero sufrió una guerra civil entre 2006 y 2008 y luego padeció la ocupación de una parte de su territorio por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).