Japón se coronó campeón del Clásico Mundial de Béisbol luego de derrotar al combinado de Estados Unidos 2-3, en el partido final del certamen, realizado en el Loan Depot Park de Miami.

El partido tuvo un intenso arranque con el imparable de Trea Turner en la segunda entrada de Estados Unidos, ante el pitcheo de Shota Imanaga.

Japón tuvo una reacción inmediata a la ofensiva con el mismo efecto de los norteamericanos, mediante el homerun de Munetaka Murakami sobre Merill-Kelly en el montículo.

La novena nipona mantuvo un buen ejercicio de bateo durante ese lapso, para conseguir la carrera de Kazuma Okamoto luego del batazo rodado de Las Nootbaar. Kazuma Okamoto consiguió su segunda carrera con un vuelacercas en la baja de la cuarta con un elevado entre los jardines izquierdo y central para posicionarse 3-1 por encima del cuadro estadounidense.

Estados Unidos brindó un partido importante frente al bate, al conseguir un total de 8986 hits durante el juego, sin que ello se tradujera en anotaciones concretas por los lanzadores elegidos por Hideki Kuriyama desde el banquillo. Fue hasta el homerun de Kyle Schwarber en el octavo inning que el juego tomó dramatismo para el cierre del juego, ante un Shohei Ohtani que lanzó para consumar la victoria de Japón en la alta de la novena.