Pocos, muy pocos de los que salieron a marchar la mañana del domingo pasado, supuestamente en defensa del INE, saben, entienden o conocen lo que realmente ocurrió en las mesas distritales la madrugada del 1 de julio del 2012 y los días subsecuentes.
La llegada de Enrique Peña Nieto al poder, estuvo ensuciada no solo por su modelo de telepresidente, los sobornos de Odebrecht, el amaño de encuestas, el escándalo de Monex, el robo de urnas en al menos la mitad de los estados del país, la compra masiva de votos en cuanto lugar se pudo y las otras miles de irregularidades documentadas por activistas, estuvo manchada por la inacción de la autoridad electoral.
No dudo ni un poco que entre quienes quieren defender la democracia haya muchos ciudadanos coherentes con su actuar, con las mejores intenciones y sobre todo que amen a su país, pero no deben ni siquiera de imaginar que aquellas noches del 2012, hubo jóvenes, miles de ellos, que arriesgaron su vida para defender los votos de todos y hacer valer la democracia. Que se sentaban frente a auténticos vándalos del peñismo que a punta de pistola obtenían las mayorías en los conteos sin regatear en el coste que ello tuviera, ante la ausencia total de las leyes.
En aquellos tiempo, ya circulaba en los pasillos un consejero electoral laureado, cuyo nombre era Lorenzo Córdova Vianello. Dos años más tarde se convertiría en Presidente del Instituto Federal Electoral y a la postre se reelegiría gracias a la magia del Pacto por México, como Presidente del Instituto Nacional Electoral.
En aquellas épocas donde el cinismo era el requisito casi indispensable para incursionar en la clase política gobernante, un hombre que provenía de la academia era muy bien visto para ocupar el encargo, pero Lorenzo poco a poco se mostraría tal y cómo es.
Pronto, tan solo uno meses después mostraría su verdadero rostro. Para el 15 de agosto de 2016 fue fotografiado en una reunión con el ya presidente Peña Nieto y la pose y postura, evidenciaban no solo sumisión, sino complicidad y displicencia, nada comparado a lo que exhibe ahora, una etapa en la que el académico se ha envilecido y habla desde una supuesta autoridad moral violando toda Ley y reglamento vigente para con quien debería conducir con imparcialidad los destinos del INE.
Ya no es para nada un secreto que el activismo del consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, ha tocado ya límites bochornosos, ilegales y grotescos.
De querer hacerse pasar por un férreo defensor de la democracia, se ha revelado como un árbitro imparcial, con postura política fuera de la Ley y, sobre todo, como un personaje sesgado en el ajedrez político-electoral.
Lorenzo comenzó con sus charlas en contra del populismo, que no tenían otro destinatario que el presidente Andrés Manuel López Obrador, que buscaron incidir en el electorado en el proceso electoral 2021.
El funcionario participó en diciembre del 2020 en la conferencia “Voluntad del pueblo: notas sobre la teoría política del populismo”, del VIII Congreso Internacional de Ciencia Política.
Ahí, sin ponerle nombre ni apellido, se lanzó contra el presidente y su partido, diciendo que quienes enarbolan la voz del pueblo “buscan desmontar las garantías de las democracias constitucionales”.
El consejero del INE comenzó a atizar la flama para el futuro ya que veía venir.
Tras la publicación del Plan B de la Reforma Electoral y la salida de Edmundo Jacobo, Lorenzo tuvo otro par de incidentes que lo exhibieron intolerante a la crítica, enfurecido y fuera de sí.
Se confrontó con el representante de Morena, Eurípides Flores, quien lo tildó de ser parte de una “mafia electoral” y con autoritarismo usó su posición para intentar medrar las críticas a su desgastada gestión.
Apenas el lunes de esta semana Lorenzo tuvo otro episodio aún más preocupante de rabia y arrebato político durante un foro sobre la Reforma Electoral celebrado en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Ahí el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) hizo declaraciones que podrían ser consideradas incendiarias, porque divisan un peligro que, según sus palabras, estaría en ciernes para la máxima casa de estudios del país.
Hasta los defensores del INE ante el polémico Plan B electoral, ya lo tildan de activista y opositor.
Pero acá, desde esta pequeñísima trinchera hay quienes no olvidamos como ha sido la epifanía de Lorenzo, el que no vio nada en 2012, ni en el 15, el que se echa a los hombros el triunfo del 18 aunque claramente fue de una mayoría abrumadora y el que quedará para siempre como un árbitro electoral parcial y dotado de un clasismo fuera de dudas.
@Olmosarcos_