24 Horas Puebla

El estilo personal de gobernar de Miguel Barbosa Huerta fue con carpetas de investigación. Mejor dicho: ¡a carpetazos de investigación! Todo lo que no le parecía se iba al terreno de la judicialización. Fue la primera vez que vimos que no sólo se despedía a un funcionario público, sino que hasta las oficinas eran incautadas y con la presencia de la policía estatal.

Algo que se movía del cuadro o se salía de control y el exgobernador actuaba como el personaje de Ernesto Gómez Cruz en la película El Infierno: “y si respira, ¡córtale los huevos al cabrón…!”, como gritaba don Pancho Reyescuando quería torturar al Beny.

Hubo por ahí un radiodifusor al que le enviaron dos auditorías: una a su cuenta personal y otra a su empresa sólo por entrevistar a José Juan Espinosa, enemigo del barbosismo.

Hubo a quien se le inventaron conversaciones en Whastapp, que se veían más falsas que los billetes de veinte pesos. Y todos los que estábamos alrededor fuimos cómplices ya sea por acción o por omisión, porque ante las amenazas era mejor pegarse a la pared, aventar a alguien al cadalso o salir corriendo.

La meta era sobrevivir.

Para evitar conflictos, había que actuar como policía de algún municipio en Tamaulipas que silba una canción de Ray Coniff, como si nada ocurriera.

Hubo denuncias contra funcionarios públicos más que justificadas. Fue la primera vez que sí se dio un golpe en la mesa necesario porque muchos personajes habían abusado de sus puestos públicos: tráfico de influencias, enriquecimiento inexplicable o ilícito, abuso de poder.

Un mensaje contra la corrupción, sin duda.

Otros tantos, fueron venganzas personales. El trabajo del periodista es descubrir cuál era legítima y cuál no.

En las mañaneras de Miguel Barbosa el uso de adjetivos contra sus enemigos (¿adversarios?) era tan común que varios de los aludidos, por ello, de manera discreta fueron a denunciarlo ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos para evitar que se acusara desde el Poder Ejecutivo sin que mediara un proceso judicial como marca la Constitución.

Nadie se salva.

La lucha contra la corrupción sí fue una de las acciones loables de Miguel Barbosa. Lo criticable fue el exceso con el que se ejecutaron órdenes y señalamientos a personajes que era innecesario atacar sólo porque a algunos de sus cercanos colaboradores, los que le hablaban al oído, se lo sugerían.

Hay quien decía en modo de sorna: “en la mañana pactabas con Barbosa y en la noche te acusaba de traidor”.

Todo esto viene a colación porque ya se viven nuevos tiempos en Puebla y se nota. Existe el diálogo y tan es así que Jorge Estefan Chidiac ya otorgó el perdón a su peor enemigo y como muestra de buena voluntad, el diputado local priista ya dio el primer gran paso que por muchos lados es plausible.

Hay quien lo ha cuestionado, pero otorgar el perdón es un acto digno sólo de los caballeros.

Hay nuevos tiempos en Puebla y aún hay personajes que siguen sin entender que el pasado se quedó atrás. Critican a Estefan Chidiac y actúan como el gobierno anterior.

Ya vivimos una auténtica reconciliación.