El presidente se empeña en tener la razón siempre, a todas horas, de lunes a domingo y pésele a quien le pese.

 

Jamás pensamos que el presidente sería de este carácter tan berrinchudo. Muchos cartonistas y analistas políticos afirmaban: “siempre ha sido así, ya se sabía”, sin embargo, yo pensaba que solo era el lenguaje del presidente, ese lenguaje provocador acompañado de chistes simplones lo que lo hacía parecer autoritario. Hoy por hoy, con los episodios que hemos visto, de los ataques hacia la Suprema Corte, he comprobado que es cierto, el presidente solo es un niño berrinchudo.

Supongo que todo admirador de Juárez debe tener dos características básicas. Ser respetuoso de la ley y tener, hasta cierta medida, una admiración por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Bueno, pues el presidente ni una ni otra. Ha caído en el colmo de su discurso demagógico donde todo lo que él dice debe tomarse como cierto, como positivo y como orden.

Después de varias observaciones a sus ocurrencias, donde en todas, el denominador común es el desmantelamiento de las instituciones mexicanas, la Suprema Corte ha fungido como otro contrapeso ante el poco estudio -serio- de los diputados del partido gobernante. Se le ha hecho saber los errores por empeñarse en realizar sus obras caras y de poco impacto social (porque los sectores de salud y educativos siguen padeciendo el abandono, y ni qué decir del deporte).

Se lanzó contra el INE porque este le señalaba a cada rato sus abusos de poder y sus flagrantes violaciones a la ley electoral. La sociedad se manifestó y como pudo, ante el final del periodo del exconsejero Lorenzo C, impuso a otra presidenta del INE que, desde que tomó posesión, no ve, ni se entera de los actos anticipados de campaña que realizan los candidatos de Morena. Espectaculares por todos lados y simplemente no se pronuncia para nada. Se ha homologado a la CNDH que, a pesar de ser México, un país violento para periodistas y mujeres principalmente, no articula recomendación alguna.

Ahora que la Suprema Corte ha frenado diversas reformas presidenciales por no contar con mayoría legislativa o con los requisitos técnico-jurídicos completos o análisis bien hechos, pues es su turno de pasar a la hoguera y el presidente simplemente la ataca e insulta, afirmando que “…la ministra Norma Piña otorgó manga ancha a los jueces para liberar criminales” No puede pensar eso, me niego a creer que el Presidente pensaba que los jueces debían seguir órdenes como una institución militar. Pero como no entiende la autonomía del Poder Judicial y la libertad de criterio y conciencia de los jueces, reaccionan como lo saben hacer, insultando e inventando cosas. Toleraba que un grupo de personas se apoltronaran afuera de la SCJN para insultar e incomodar a los ministros, en especial, a la ministra presidente; para él, estas personas eran manifestantes pacíficos, mientras que un grupo mayúsculo de ciudadanos, hartos de esta arbitrariedad que, decidido, se manifestó y los corrió, los catalogó “prepotentes” y “autoritarios”.

La paranoia del Presidente es tal, que piensa que la SCJN pretende darle un Golpe de Estado Técnico, por lo que ahora todos nos preguntamos, y esto qué es.