24 Horas Puebla

Lo que originalmente era una denuncia legítima por parte de Erika de la Vega contra Eduardo Alcántara Montiel, por incurrir en violencia política de género, el PAN estatal lo convirtió en una guerra civil panista que ya se inscribe en el contexto de la sucesión poblana.

Una rebelión contra la dirigencia nacional, porque ya van dos mensajes enviados a Marko Cortés quien dio la orden para cancelar los procesos de expulsión en Puebla durante una reunión con la presidenta Augusta Díaz de Rivera y legisladores locales.

Una guerra que la dirigencia estatal albiazul inició contra su líder en México porque los poblanos, en el reciente Consejo Nacional, se abstuvieron de votar las cuentas presentadas por el CEN albiazul.

Los poblanos le dieron la espalda.

Y aunque la orden de Cortés era cancelar la cacería de brujas —en vísperas de la elección de 2024—, a los  panistas locales les valió dos kilogramos de ceniza volcánica. El lunes por la noche, la Comisión Permanente anunció el inicio del procedimiento para correr a Eduardo Alcántara.

¿Qué provocó? Que Alcántara impugnará y denunciará ante el CEN de su aún partido a los 25 integrantes de la dirigencia —la mayoría militantes del Yunque y aplaudidores de  un tal Berástegui— porque sentenciaron una expulsión sin que medie un proceso de defensa y desahogo de pruebas. Además, porque el caso Alcántara ya fue sancionado por el tribunal electoral a nivel federal.

¿Qué hay de fondo? Un tema personal.

La denuncia legítima de una mujer que fue víctima de acoso sexual y de chantaje por el diputado se convirtió en un pretexto para ajustar cuentas por parte de la dirigencia estatal, pues no actuaron igual en los casos de Inés Saturnino y del alcalde de Reyes de Juárez, acusados de violencia política de género.

Quieren obligar al CEN a que se respeten las decisiones locales. Mostrar que el PAN poblano es propiedad del Yunque y  tercero, dar un golpe en la mesa contra los simpatizantes de Genoveva Huerta y Alcántara.

Ahora, ¿qué pasará?

Existen tres escenarios, el primero es que corran a Alcántara con todo y la venia del CEN panista. Que el despedido se inconforme en el Tribunal Electoral y que le restituyan sus derechos como panista por integrar mal el proceso.

El segundo: que en México rechacen la propuesta y regrese Alcántara como si nada. Sin posibilidad de competir para 2024, pero siendo militante de Acción Nacional, quizá con una sanción.

Pero como las decisiones tomadas por la camarilla de Augusta Díaz de Rivera son más por odios y venganzas, los resultados no se auguran muy satisfactorios para ellos. Y si preguntan ¿en qué quedó la denuncia de Erika de la Vega?, pues su protesta, inconformidad y demanda de exigir justicia se mal usó por el panismo y lo volcaron en una lucha de grupos al interior del panismo.

Nota Bene: Hace 20 años, periodistas adictos a Mario Marín me acusaron de ser panista y yunquista. Repetían como loritos lo que les dictaba su dueño, ahora encarcelado y quien mandó a torturar a una mujer periodista. Hoy veo a muchos de ellos defendiendo a la ultra poblana. Nunca hay que olvidar que fue la derecha quien protegió al exgobernador en el caso Lydia Cacho.

Y uno se pregunta… y uno se pregunta…