A ver, a ver, no se hagan bolas: a Sergio Salomón Céspedes los astros se le acomodaron desde un principio.
¿Qué? ¿Qué? ¿Qué cómo le hizo? Un mago nunca revelará sus secretos. Coca Cola no dirá su receta secreta y los dueños de los molotes Acapulco —de la 5 poniente— jamás nos dirán por qué están tan buenas sus salsas.
Ayer, por ejemplo, en la mañana, antes de ir a marchar con las diferentes organizaciones obreras, el gobernador desayunó con los líderes de los principales sindicatos en la entidad.
Hubo buen trato, apapacho y respaldo.
En qué terminó todo ello, más allá de la marcha y la foto institucional, pues en los aplausos generalizados: desde Melquiades Morales (hace 25 años) no se veía algo parecido. Las manifestaciones obreras siempre terminaban con rechiflas y mentadas al mandatario en turno. Desde el anonimato de los contingentes salía lo que realmente sentía el trabajador y ni cómo ocultarlo.
Ayer, al contrario: selfies, apoyo, aplausos.
Una selfie por aquí, otra selfie por allá.
Bueno, tan les cayó bien a los obreros que el sempiterno líder cetemista, Leobardo Soto, ya quiere de candidato a Julio Huerta y eso que el hijo del líder trabaja en el equipo del panista Eduardo Rivera. Sino fuera por el gobernador, Soto seguiría moviendo la matraca y la pandereta por el panismo.
Eso que al parecer es algo menor, no lo es tanto, porque podría ser un mensaje rumbo al 2024. Los panistas, como siempre, en su soberbia se les olvida que hay que cuidar y apapachar a sus aliados porque se van todos despechados y despechades.
¿Cómo le hace Sergio Salomón Céspedes? Es un arte caer bien en tan poco tiempo. Borró la imagen negativa de las pasadas administraciones. Aquí no hay golpes ni amenazas, hay diálogo. No hace mucho tiempo que sostuvo un encuentro con un grupo de mujeres.
Sí, sí, ya sé que van a criticarme por tunde teclas, caga tintas, y quien sabe cuánta cosa. Está bien, critíquenme, pero a ver, seamos objetivos: ayer lunes, más tarde, nos enteramos de que se reunió con Ignacio Mier Velazco en Casa Aguayo.
Sí, sí, como lo lee. Quien fuera el enemigo público número uno hasta hace un año, el líder de los diputados federales de Morena, es recibido en Puebla. Y todo bien, institucional. En próximos días, seguramente, estará Alejandro Armenta Mier y los demás que aparecen en las listas.
Era impensable una reunión con el oriundo de Tecamachalco.
Tampoco es línea, no se confundan. Es apertura.
No es fácil descifrar la mente de un gobernante, pues pocos, muy pocos periodistas tienen esa habilidad —yo no me cuento entre ellos—, pero los hechos hablan más que las palabras.
Es un periodo breve de tiempo el que estará Sergio Salomón al frente de la administración, pero si cierra como empezó, sus oportunidades en la política se verán reflejadas. Si siembra bien seguro cosechará mejor.
Nadie se puede decir ofendido, censurado, engañado.
Les ha dado oportunidad a todos los principales actores políticos de la entidad y en muy poco tiempo.
Pasó la primer prueba de fuego: los obreros, quienes, en vez de recibirlo con rechiflas, le aplaudieron.