Mario Martell
Hace una semana en 24 HORAS, el periodista Agustín Hernández publicó una reveladora entrevista con el exsenador del PAN, Francisco Fraile.
En la entrevista, el militante blanquiazul reveló que el fraude electoral cometido en 2018 contra el candidato izquierdista, Luis Miguel Barbosa Huerta fue una estrategia de campaña.
Cito textualmente: “El robo de urnas se discutió en los jardines, nunca en el salón donde trabajábamos”.
La revelación de Fraile sostiene la verdad histórica del fraude electoral de 2018.
La aceptación de Fraile del fraude provocó descalificaciones en su contra provenientes de sus correligionarios, muchos de ellos participantes de la campaña de 2018.
Hay que distinguir entre la "grilla interna" panista y la verdad histórica de 2018.
(Por supuesto que sus compañeros pueden ridiculizar la revelación de Fraile, pero ninguno ha desmentido la intervención del gobierno estatal en dicho proceso electoral a favor de su partido).
La verdad histórica es que hubo una elección de Estado en Puebla. Esto se expresó en la violencia en contra de los votantes originada en la estrategia del PAN o de algún sector del PAN.
(En España, Martha Fernández, presidenta de las Cortes en una entrevista publicada este 24 de junio en el Heraldo de Aragón pide derogar la Ley de la Memoria Democrática. Cito: “No se puede imponer la historia. ¿Para qué cuando estaba enterrada?” Lo mismo dirán los panistas poblanos. ¿Para qué revivir la historia cuando estaba enterrada?)
En la entrevista con Agustín Hernández, Fraile puntualiza que el PAN debe pedir perdón por sus acciones violentas e ilegales de 2018. Aquí habría que leer en Fraile, la tesis de Tomás Moro en la que la espiritualidad se enraíza con la virtud pública y el primado de la conciencia en su compromiso con la verdad.
(Esto resulta incomprensible para el panismo neoliberal que se nutre de Las 48 Leyes del poder de Robert Greene.)
Le haría bien al PAN retornar a la labor intelectual y práctica de Manuel Gómez Morín para gestar una propuesta atractiva para los años venideros.
La petición es un mínimo democrático y en nada afecta al PAN aceptar estos hechos.
Si nos atenemos a la historia del PAN, la lucha de Luis H. Álvarez en contra del fraude patriótico cometido por el PRI en las elecciones de 1986 en el estado de Chihuahua, y las críticas de Maquío en el norte del país en contra de la maquinaria priista, mostraron el talante democrático del PAN doctrinario y democristiano.
El PAN luchó contra las tendencias antidemocráticas del sistema y exigió elecciones limpias el siglo pasado.
Dichos principios democráticos constituyeron las prácticas panistas, durante su historia. Esa fue su principal oferta electoral.
Sin embargo, el PAN gobernante (2000-2012) abandonó sus tendencias democráticas.
Los ejemplos del presidente Fox con el desafuero en contra del jefe de gobierno del DF o las alianzas entre Calderón y los gobernadores priistas (como el poblano Mario Marín) para "ganar" las elecciones de 2006 fueron una nueva etapa panista. Otro panista, el exdirigente Manuel Espino le reveló en entrevista a Álvaro Delgado cómo convenció a gobernadores priistas como Mario Marín para que apoyaran a Felipe Calderón en la elección de 2006.
Lo relevante de la entrevista de Fraile es que nos recuerda que en Puebla en 2018 el PAN recayó en estas prácticas cuando la oleada obradorista lo arrasó.
A diferencia del PRI en 2010, que aceptó democráticamente su derrota electoral, el PAN de 2018 (lo que esto signifique) intentó -con éxito- el fraude electoral.
Esto conforma la verdad histórica, y recordarlo es incómodo para la democracia en Puebla.
Habría que añadir que muchos panistas de corte neoliberal consintieron la estrategia del fraude electoral.
Como Morena se volvió light y receptora de cualquier político, recordar el curriculum vitae de los políticos es resucitar lo que hicieron en el verano pasado.
La clase política prefiere el olvido. Prefiere el marketing a la historia. Prefiere la selfie a la explicación. Cuando a esta verdad histórica se le ponen biografías, todo salta e incómoda.
Una de las funciones del periodismo es trasladar temas controvertidos a la agenda pública y generar el debate.
Eso lo sabe Zeus Munive porque su periodismo va más allá del periodismo de relaciones públicas (dejó su huella en Intolerancia Diario y luego en Cambio). Habría que ubicar en un panorama amplio, la entrevista de 24 HORAS y las declaraciones extrovertidas y de talante democrático de Fraile, quien dicho sea de paso es seguidor del panismo al estilo Luis H. Álvarez, más que del panismo neoliberal y tecnocrático post2006.
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Luego de postear algunas de estas premisas en un tuit, el periodista Ernesto Aroche me compartió el reportaje de LadoB “Puebla, democracia en duda”. Puebla, democracia en duda: reventar la elección (ladobe.com.mx).
El recuento relata que el día de la elección se organizó una convocatoria para que pandilleros, convocados en bodegas atrás del Mercado Hidalgo, cuidaran la elección a favor del PAN e irrumpieran en las urnas. Además, los pandilleros contratados portaban armas de fuego.
En otro tuit, el periodista Gerardo Ruiz, quien también realizó una cobertura de la elección ese día, me recordó que el entonces secretario de Gobernación Diódoro Carrasco ordenó retirar a policías estatales y municipales de las calles.
Lo cual cuadra con una declaración de Luis Miguel Barbosa Huerta al periodista Mario Alberto Mejía que el día de la elección hasta que se cerraron las casillas, pudo intervenir la policía federal porque la local no hizo nada.
Aunado a que el domingo de la elección 15 brigadistas de Morena, jóvenes universitarios, ubicados en una casa de San Manuel fueron detenidos sin que mediara causa penal (la policía al servicio del PAN). Mientras que no hubo detenciones de quienes dispararon sus armas de fuego en las casillas de la ciudad.
Hay que reconocer que a partir del fraude electoral de 2018 provocó un clima de ingobernabilidad y de polarización en la vida pública del estado de Puebla cuyos efectos aún vivimos.
(¡Vaya despropósito trasmitir el poder del Estado familiarmente!)
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Morena debe mirarse en este espejo. La tentación de hacer uso de las estructuras del gobierno para incidir en un resultado electoral es muy alta para los morenistas en posiciones de gobierno.
Sin importar el color partidista primero está la república y la democracia real ganada a pulso no puede someterse al capricho personal.
(El propio Andrés Manuel se enfrentó a la maquinaria de estado y tardó tres elecciones en ganar la presidencia de la república. El camino de la democracia no es un freeway de acarreo, bots, opiniones compradas, cargada oficialista y espectaculares, sino un sinuoso camino de terracería que se recorre desde abajo y puebleando).
Quizás, por eso, a pesar de que gobierna Morena en Puebla no se creó una Comisión de la Verdad para desentrañar el entuerto antidemocrático y monstruoso de 2018. Pero, la verdad, hace falta.

