24 Horas Puebla

Los políticos poblanos saben que antes de definir al candidato (a) a la gubernatura de Puebla se tendrá que definir al candidata (o) presidencial. Y aunque lo tengan claro, pareciera que la angustia no los deja dormir.

Esto cada vez se parece al PRI del siglo pasado, cuando se ponían las pasarelas de los abanderados del partido oficial, cuando el PAN era un partido de oposición y por crisis internas fracasó y no participó en las elecciones constitucionales de 1976, cuando José López Portillo fue de candidato único.

El político poblano se convierte, de pronto, en aquel famoso protagonista de la película El Compadre Mendoza (De Fuentes, de Oro; 1933), un hacendado que cuando recibe a los campesinos armados, pone la foto de un general revolucionario, pero cuando se van y aparecen los rurales en su casa, baja la foto del rebelde y en su lugar coloca la imagen del presidente en su comedor.

Todo para no equivocarse, para no quedar mal con nadie y para que lo contraten en el siguiente gobierno, aquella máxima priista de vivir fuera del presupuesto es vivir en el error, no deja de estar vigente.

No faltará la frase cuando salga electo el candidato del partido en el poder: “Yo siempre te apoyé. Estuve con él (perdedor) porque ya sabes que nos obligaron y hasta nos amenazaban”.

Otro ejemplo fílmico y literario de lo que ocurre y ocurrirá en los próximos meses es La sombra del Caudillo (Bracho, 1960), en una de las escenas, los generales van a mostrar su apoyo con el candidato del caudillo y posteriormente los mismos militares, van con las mismas palabras a mostrar su respaldo con el abanderado de la oposición al presidente.

Lo grave de todo esto es que como la sucesión se adelantó, los porristas y matraqueros se han tragado ese dulce caramelo de la ansiedad. Ya hay golpes bajos. Ya hay pactos en lo oscuro. Ya hay traiciones y entre los grupos están dispuestos a todo.

Por ejemplo, el viernes pasado, el diario Reforma y López Dóriga, informaron cómo es que la diputada federal armentista Inés Parra quien fue a aventarle una olla con ratones al Auditor Superior de la Federación, David Colmenares, justo después de que una panista grabó a Ignacio Mier comiendo con él y lo denunciara en redes sociales. En el video que presenta el exconductor de Televisa se le ve desesperada, presiona, grita, amenaza a Colmenares y todo esto se inscribe en la elección poblana.

Lo grave de todo esto es que cualquier cosa que se diga o se escriba será interpretado de tal o cual forma. Ser equilibrista (funambulista) en tiempos de pasiones es lo más difícil porque es el momento en que todo se puede tomar personal y no, nada es personal, ya lo dijo Vito Corleone.

Aquí se juega todo y hay para todos los gustos: la llegada de un outsider, la continuidad o el viejo estilo priista ya conocido.

Entre más pase el tiempo, se verá más clara la guerra, porque el caramelo de la ansiedad ya se lo tragaron los tres principales grupos que se disputan la candidatura a la gubernatura. El llamado a esperar a la abanderada (o)  presidencial parece que se les olvidó.

Algunos periodistas, al parecer, ya también se tragaron (o nos tragamos) esa amarga golosina de la angustia.

Aquí nadie se escapa.

El éxito de quien llegue es que sí cumpla con aquello de la reconciliación y no sólo sea un mensaje de campaña.

Aquella mítica operación cicatriz que nunca llega.