Hoy por hoy, no existe aún un sistema que no sean los estudios demoscópicos para determinar las preferencias electorales. Los robots de la Inteligencia Artificial (Big data) podría definir ciertos perfiles de ciudadanos, pero aún falta mucho para que tengan acceso a la psique y determine sin equivocaciones las predilecciones de cada individuo.
El problema es que la mayor parte de las encuestas que se presentan en los medios de comunicación no son instrumentos para medir hacia dónde se inclinará la mayoría, sino que en la mayoría de los casos es vil propaganda.
Lo fue en los comicios de 2004 y en los de 2010.
Cómo no recordar cómo un director de comunicación social promovía los resultados que daban ganador a Javier López Zavala por 10 puntos de diferencia sobre Rafael Moreno Valle. La encuestadora se llama Indicadores S.C., y hoy sigue trabajando con el mismo grupo político que le operó a Marín y Zavala, hoy, por cierto, se hacen compañía en la prisión, no por nada origen es destino.
¿Cuántas casas encuestadoras afirmaron que en el Estado de México, Morena arrasaría por dos dígitos a la candidata del PRI?
La mayoría.
Fueron contadas las empresas que literalmente “le atinaron”.
¿Cuántas veces hemos escuchado en voz de los jefes de comunicación social que se quejan porque algunas compañías que miden gobiernos, políticos y empresas piden dinero para colocar a sus superiores en los primeros diez lugares? Obvio, si el gobierno, político u empresa a calificar no acuerdan algo económicamente, son rezagados a los últimos puestos.
Como bien saben, los que pagan presumen sus resultados, quienes se niegan ocultan que están en los últimos lugares, pero es imposible detener porque el que ya pagó al “espejito de Blanca Nieves” tiene que devengarlo presumiendo sus números y el que no se arregló tendrá que soportar al “ganador” en las encuestas.
El problema aquí es ¿a quién creerle? Porque como instrumento de presión y propaganda está bien, pero si traen datos engañosos, manipulados o “cuchareados” pues el resultado es catastrófico.
Veamos el caso de Mitofsky. En 2018, en su exit pool aseguró que Miguel Barbosa fue el triunfador sobre Martha Erika Alonso por 10 puntos porcentuales, situación creíble porque Morena aplastó en todo el país a sus adversarios. Al otro día de la elección constitucional, Roy Campos salió en cadena nacional para decir “usted disculpe, que dice mi mamá que siempre, no”.
Es curioso, porque esta semana, Alejandro Armenta presumió los resultados de Mitofsky que supuestamente está una diferencia de 10 puntos sobre Ignacio Mier Velazco. Lo mismo pasa con compañías como Demoscopía o con Enkoll, que, por cierto, ésta última fue puesta en evidencia hace dos semanas por trabajar para Morena en el portal de noticias Código Magenta.
La semana pasada en los portales de N Mas (Televisa) dieron a conocer cómo es que se venden encuestas para promoción de candidatos desde presidentes hasta alcaldes, con tarifas, estrategias, preguntas manipuladas y el juego del famoso margen de error, si le suben o le bajan los puntos.
Es una paradoja porque como bien saben los que se dedican a levantar los cuestionarios, no hay todavía otra forma para sustituirlos. Armar un sondeo bien hecho es muy caro, así que tenemos que soplarnos lo que nos digan los equipos de campaña, los Fojacos de los candidatos.
Como medio de comunicación publicamos encuestas, pero a sabiendas que podemos cometer un error porque dar a uno a otro ganador es un riesgo que nos llevaremos a la tumba, aunque los periódicos y portales no nos dediquemos a ello.
Por eso nos tienen agarrados de salva sea la parte, por eso todos los candidatos nos manipulan. ¿A quién creerle? Diríamos que a nadie, pero sería un error, pero al menos a la empresa que sabemos que sí existe y ha sido lo más certera posible en sus estudios. Con la base de que no hay infalibles.
En conclusión: ya valimos madre, compañeros.