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Urgente replantear el camino

Lo ocurrido en la zona de los restaurantes en Angelópolis, la cobarde, inmisericorde golpiza que un grupo de “jóvenes” (porque resulta que ahora hay que respetar a los agresores), propinó a Neto Calderón -quien, si bien ya fue dado de alta del hospital, corre el riesgo de perder un ojo-, es un severo llamado de atención social. Desconozco si aún estamos a tiempo de no arrepentirnos del rumbo que estamos tomando. Sí, todos. No podemos sustraernos a la realidad que nos rodea, así que, o hacemos algo o en el corto, muy corto tiempo, vamos a sufrir consecuencias más graves de lo que ya hemos visto.

Cuando apareció “Kids: Vidas perdidas”, en 1995, película del director Larry Clark, la sociedad se horrorizó, hubo incluso sitios donde se prohibió su exhibición. Era la degradación total, adolescentes que no rebasaban los 15 metidos en drogas, alcohol, sexo y SIDA. Una combinación que los adultos de la época contemplaban escandalizados, pero con la muy inocente idea de que las escenas eran “ajenas” a México.

Sí, la degradación ocurría en los Estados Unidos. Como si la frontera significara además de un límite demográfico, uno cultural. Craso error. Tendríamos que haber entendido que estábamos frente a un reflejo futuro. De muchas formas hemos ido atrás del vecino del norte, en lo comercial, en lo político, en lo tecnológico, incluso en aspectos legales que poco a poco han influenciado a nuestro país, para bien o para mal. Obviamente lo cultural, lo social, no se quedó atrás.

Las nuevas generaciones de padres dictaminaron que la libertad absoluta -y probablemente absurda-, debía ser signo de educación en los hogares, aunado a una creciente presencia de familias disfuncionales, a hogares sumidos en la violencia física, psicológica, sexual, económica, entre otras más. A madres adolescentes que desconocen qué hacer con niños que nunca desearon. A padres que han sustituido la presencia, el amor, la atención, con dinero, permisividad extrema y franco desinterés por conocer lo que hacen sus hijos.

Porque, al parecer aplican que, si no lo hablan, o no lo ven, no existe.

Hijos con todos los derechos, pero sin responsabilidad, carentes de autoridad en casa, escudados en las leyes que, pareciera, hoy todo les permiten a niños y jóvenes.

Nos fuimos a los extremos. ¿El resultado? Estos mirreyes que abundan en la escuela o universidad donde también va su hijo o su hija y tiene que convivir con ellos. Plantados en restaurantes de lujo con un vocabulario soez, sentados junto a tu mesa sin que les exijan un comportamiento adecuado, porque parece que nadie les enseñó que su libertad termina donde empieza la tuya.

O actuamos, todos, empezando por la casa, o nos vamos a arrepentir. Cada que una tragedia como la del fin de semana ocurre, nos preguntamos, por lo menos yo lo hago ¿y dónde están sus padres? ¿Dónde que no vigilan la cantidad de dinero que gastan y en qué lo hacen? ¿Dónde que actúan como cobardes?

Actuemos, todos, desde la casa, desde las escuelas, desde las universidades, desde la sociedad, de lo contrario el precio será muy caro. Ya lo estamos viendo.

Hoy dejamos la política para la siguiente entrega.

Me encuentran en X como @jesibalta

 

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